Sweeney Tood


Una de las razones por las que suelo escribir mis opiniones de las películas que veo es porque suelo expresarme un poco mejor con letras que con palabras. Quizá se deba a que leo varias veces lo que he escrito y elimino o añado información que creo pertinente. Otra es porque veo muchas películas, más no quiere decir que sea un profundo conocedor. Creyendo esto último, una persona me pregunto "¿que es un actor fetiche?"

Mi explicación sin duda alguna dejo a la persona que me indago más confundido. Me decidi entonces a investigar un poco más en el asunto, sin mucho éxito, francamente. Pero encontre varios ejemplos ilustrativos. Ron Pearlman es el actor fetiche de Guillermo del Toro. Andy Serkis (Gollum) es el actor fetiche de Peter Jackson. El clásico: Robert DeNiro (aunque en la actualidad es Leonardo DiCaprio) es el actor fetiche de Martin Scorsese.

Son actores que suelen aparecer en la gran mayoría de cintas de un determinado cineasta. A veces interpretando una extensión del mismo papel o siendo totalmente diferentes y versatiles. El actor suele convertirse entonces en un amuleto, en una continuidad, en un enamoramiento, en una consistencia. El mejor ejemplo de actor fetiche es Johnny Deep para el director Tim Burton. Protagonista de media docena de las cintas de Burton, Johnny Deep se ha convertido en una constante en el cine del excentrico director. Pero el fetichismo (del diccionario Nueva Espasa Ilustrado 2000: "Objeto de culto en algunos pueblos primitivo/ Idolatría") de Burton hacia Deep va un poco más alla, particularmente en su más reciente colaboración juntos. Burton transfiere ciertas características y obsesiones en cada papel que Deep interpreta con sus historias. Deep, en realidad, es una extensión del propio Burton, al menos actuando.


Sweeney Tood (2006) vuelve a poner a Deep en el protagonico, para narrar la historia de un barbero que busca cobrar venganza en el Londres del Siglo XIX. Deep es un barbero a quien le arrebatan esposa e hija para después deportarlo. Años después regresara con su nueva personalidad, solo para descubrir que su esposa se enveneno y su hija ahora es (casi) propiedad del juez Turpin (Alan Rickman) quien fue de inicio el culpable de toda su tragedia. Con la ayuda de la Sra Lovett (Helena Bonham Carter) quien es dueña de un restaurante bajo la vieja barbería del protagonista, Todd iniciara una venganza en contra de todo Londres, cuyos cadaveres acabaran en la cocina del propio restaurante.

El musical poco a poco a vuelto a estar de moda. Con mayor frecuencia, muchas historias son contadas bajo ese género (o formato), algunas con mucho exito, otras no tanto. Burton no es ajeno ni novato en el género, ya antes había entregado El Cadaver de la Novia y se había involucrado en la producción, historia y creación de personajes en la maravillosa El extraño mundo de Jack.

Por la propia temática o por la densidad que Burton parecía buscar, las piezas musicales si bien la mayoría son afortunadas y divertidas, en realidad carecen del dinamismo y energía. Todos los actores cantan sus partes y lo hacen bastante bien. La puesta en imagenes es adictiva (como el cine en general de Burton), pero sus personajes parece que no profesan ninguna autentica devoción a su objetivo. Ni el Tood de Deep parece consumado por la tragedia, ni tampoco frenético por su venganza (aunque salga con más ojeras que de costumbre). El problema con los números musicales se ve reflejado en lo global. No es del todo una cinta de horror, ni una cinta sangrienta. Tampoco es una comedia negra. Ni siquiera parece una cinta realizada para premiaciones.

Sin embargo, si logra ser un espectaculo visual asombroso. Una narración casi perfecta. Y un vehículo de lucimiento (para variar) de Johnny Deep, quien ya sea encarnando a un escritor paranoico, a un policia infiltrado en la mafia, a un drug dealer en ascenso y descenso, o en un exagerado pirata, es una verdadera garantía y deleíte. Con su rostro siempre con la misma expresión, todo el odio que en buena parte reprime, Deep logra que el personaje se sienta autentico. Pasa de un amargado psicopata a un hombre doblegado por la impotencia. Aparece en el 90% de la cinta, con el mismo seño fruncido y todas las emociones que procura expresar son el hilo conductor de la historia.

Burton parece haber estado muy concentrado en su alter-ego, en su protagonista. Lo que sin duda se nota. Tal véz fue tanta la atención que le puso a su Sweeney Tood que descuido un poco los demás aspectos. Pero solo un poco, de lo contrario esta hubiera sido otra obra mayor de su ya brillante filmografía.

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