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2012 y Updates


No voy a intentar negarlo, pero, en su momento, Independence Day (1996) fue una de las cintas más entretenidas que me toco ver. Mis nebulosos recuerdos me harían afirmar que ese fue uno de los años donde las cintas de verano luchaban por el dominio de la taquilla a base de producciones asombrosamente costosas, repletas de efectos especiales muy innovadores en su tiempo y con elencos de estrellas (porque un año antes la triste oferta se repartía entre Waterworld, Judge Dread y Crimson Tide) Ese verano, aparte de la cinta de los extraterrestres, recuerdo otras dos cintas que me emocionaron de forma similar, Twister (Jan de Bont) y Mission Impossible (Brian DePalma), cada una logro recaudar más de 200 millones en taquilla, algo, de cualquier ángulo, impresionante.

Después de Independence, di con el hecho de que el trabajo de su director, Roland Emmerich, me era familia, porque como muchos que crecimos en los ochenta y con el cine de los héroes de acción, era fan de Universal Soldier (1992) y le muestro bastante tolerancia a Stargate (1994), sus previos trabajos antes de alcanzar la fama absoluta. Porque, honestamente, con ID4 sus bonos subieron a las nubes, tan así que le encargaron realizar la ambiciosa adaptación multimillonaria de Godzilla (1998) con resultados eminentemente miserables (aunque sigo optando por este bodrio que por el bodriazo Armaggedon, ambas del mismo año) Después Emmerich se aferró a lanzar churro tras churro, la ridícula The Patriot (2000) y la más ridícula The Day After Tomorrow (2004) A 10,000 BC (2008) ya no le entre y su más reciente 2012 también me producía repelencia absoluta.

No dudo que alguien recuerde el nombre de la primera cinta que recuerdo, cuya temática era la destrucción sin sentido y la sobrevivencia de sus multicoloridos personajes, que era estelarizada por Pat Norita, algo pasaba con un volcán y los sobrevivientes caminaban por un puente estrecho para sobrevivir (o esa era una de las escenas que recuerdo) Pero la primera en el cine, con una mezcla de sonido brutal, fue ID4. Sigo atesorando ese momento, pero con los años me ha parecido muy absurdo todo el asunto.

Con 2012 me toco la oportunidad de ver la reacción de alguien más en su primera experiencia con este tipo de cine. Y la verdad valió la pena ver toda la emoción que este tipo de películas puede generar… si se es nuevo en el asunto. Probablemente esa emoción me fue contagiada y debo reconocer que la más reciente cinta de Emmerich (ya sin Devlin) es justo lo que pretende. Destrucción tras destrucción, cada vez más espectacular, más ruidosa, cobrando más vidas y permitiendo que entre tanto frenetismo, se perdone tanta incoherencia. Si, si, es más de lo mismo, es un director que no sale de eso y es una chafez basada en ninguna información científica comprobable y refutable. Con los años me he ablandado (tan así que deseaba final feliz) y he aprendido que también vale la pena depositar algo de diversión en películas efímeras, poco demandantes y hasta ingenuas. Como las que me llevan al punto de todo esto.

De 2012 no voy a añadir, no me parece que haya mucho más de que hablar y tengo la certeza de que Joel Meza ha ejemplificado mucho mejor todo lo que involucra ver esta cinta. Pero con la misma intención de seguir ablandándome y buscar con más frecuencia cine chatarra, fácilmente digerible y desechable, la cinta de Emmerich venía precedida de los avances de dos películas que suponen serán un éxito en el 2010.

La primera, una adaptación más a un videojuego que ha perdurado desde la aparición del Nintendo, hasta el más sofisticado Xbox 360. Prince of Persia (Mike Newell) parece estar basada muy directamente en la versión de la consola negra de Microsoft, The Sands of Time y si ese es el caso, la historia del juego era una delicia, repleta de sorpresas, de obsesiones y de un final soberbio. Ya no da tanto miedo que una cinta sea apadrinada por Jerry Bruckheimer (ya soltó a la anomalía esa de apellido Bay) mucho menos en este tipo de producciones donde lo importante es el exceso absoluto.

El otro tráiler fue entre emoción y desilusión. Seguramente destruirán todo buen recuerdo de aquella fantástica cinta de mi infancia que me asecho mucho tiempo con su imagen de la Medusa. Clash of the Titans (Louis Leterrier) parece también otra adaptación a un videojuego (en este caso al God of War) que una reinvención, revalorización o copia calca de su eterna original. En otro tiempo, gritaría que le huyeran, que hicieran plantones y todo el espectáculo para evitar semejantes catástrofes… Pero ahora también puedo darme el lujo de consentirme. Con chatarra. Y sin quejas.

The Boondock Saints II



Como muchos antes de él (y los que vendrán después), Troy Duffy se aventuro al conocido camino de los quince minutos de fama. Llego a Los Angeles, tratando de hacer funcionar a su banda, The Brood, mientras trabajaba en un bar. En su tiempo libre, empezó a escribir una historia, cuyo antecedente venía de una experiencia donde Duffy regresaba de su trabajo y atestiguaba como arrastraban el cadáver de una mujer de la casa de un traficante. La impotencia le estimulo la imaginación y deduciendo el castigo que merecía una persona que comete tal acción, pidió prestada una computadora y empezó a escribir el que sería el primer acto de su guión, en el cual describía las andanzas de dos hermanos irlandeses que se dedican a asesinar a criminales, mafiosos y linduras similares (algún político mexicano, seguro)

Duffy intentó mover el guión, sin que nadie le hiciera mucho caso (era algo que empezaba a ser moda, pero amenazaba dejar de serlo muy pronto) Un buen día, Paramount le entra al quite y ofrece dinero por el guión. Casi instantes después, el guión llego a las manos del temible y poderoso Harvey Weinstein (todavía con Miramax) y con su acostumbrado pisoteo y su palabra casi inobjetable se hizo de los derechos (pasándose por el arco del triunfo el trato previo) Ofreció menos dinero en sueldo, pero más espacio creativo (mentira, pero eso vendió) la oportunidad para Duffy de dirigirla con un presupuesto de 15 millones de dólares, musicalizar la cinta con su banda y de pilón ser co-propietario del restaurante para el cual trabajaba.

Troy Duffy hizo lo que cualquier persona, se volvió loco. Cotizó su historia como lo más grande que el cine podía crear, se encapricho con actores, rechazó a varios más, la creatividad empezó a fallarle y en la obsesión de recrear secuencias ya famosas, demandaba más dinero, más libertades, más restricciones y un larguísimo etcétera. Weinstein despedazó el trato, se salió del proyecto y dado que entonces estaba en la cima del poder, amenazó a cualquier estudio, productor y distribuidora de querer respaldar al ahora psicópata director. Duffy pasó de la nota más sorprendente del medio al más evidente olvido y rechazo (además endeudado por el desarrollo de pre-producción que Miramax había invertido)

La historia es narrada en el excepcional documental: Overnight (Montana, 2003) donde se retrata la propia autodestrucción de Duffy. Sin tomar partido, uno tiene que reconocer que gran parte de la culpa fue de Harvey, pero el director también hizo lo imposible por hartarlo (y dicen que la paciencia no es característica de ningún Weinstein) Era 1999, los Wachowski eran la nueva tendencia, Miramax seguía padecido con la no-secuela de Pulp Fiction que Tarantino entregaba y el manda más del estudio quería encontrar esa combinación, la estética (¿?) de algo como Matrix combinada con la narrativa de Tarantino, cosa que el guión de Duffy no tenía en ningún lado.

Así que, evidentemente, la mayoría se puso del lado del débil y para cuando Duffy por fin pudo estrenar su supuesta obra maestra, solo los curiosos que se acercaron a la historia detrás la colocaron como cinta de culto, título que le queda gigantesco. Siendo francos, la cinta tiene mejor título que resultado. The Boondock Saints (1999) fue exhibida en Cannes y por ahí alguien vislumbro potencial para adquirirla, estrategia que con el tiempo resulto. Por encima del drama detrás, la cinta no proponía nada nuevo, carecía de algún personaje realmente memorable (quizá el detective gay casi médium que interpretaba Willem Dafoe se salvaba) y se dedicaba a simular estilos que Ritchie o Tarantino ya clamaban como propios (o sus fans lo clamaban) Pero era una cinta disfrutable, con alguna secuencia interesante y con la suficiente adrenalina como para dejarse ver sin problemas. La película hizo mucho dinero en DVD, gano muchos fanáticos y le dieron nuevos bríos a Duffy para intentarlo una vez más (porque de las ventas en video, el director no vio ni un centavo)

The Boondock Sains 2: All Saints Day (2009) parece arrastrar algo muy similar desde hace 10 años. El título de la cinta es muy superior a lo que parece será el resultado. En 1999, Harvey Weinstein se arrodillaba ante cualquier barbón, o ante cualquiera que pudiera nombrar “el nuevo Tarantino”, ya fuera un Ritchie, un Rodríguez, un Carnahan o en el extremo abuso de la ignorancia, un Kitano (¿desde cuando los patos le tiran a las escopetas?) Diez años después se antoja demasiado tiempo para que alguien levante la mano. Primero, ya hay muchos, segundo, Tarantino se ha encargado de que el término sea muy confuso y probablemente erróneo. Pero la leyenda de Troy Duffy es demasiado caricaturesca para perder vigor. El sueño y la caída casi al mismo tiempo. Tan cerca y tan lejos.

El avance no promete nada diferente que su anterior cinta (salvo la presencia de la preciosa Julie Benz) ya tiene una cantidad considerable de críticas negativas, pero ya las funciones se han ido agotando. Y es que enfrentar a un poderoso mastodonte y salir herido, comatoso pero entero, no es algo que cualquiera pueda presumir. Ojala Duffy tuviera algo más que presumir.

Update... I'm a Jedi Warrior

Promete. Y promete mucho. Demasiado. Ojala no quede en mera promesa

Pero el tráiler solito me ha provocado más carcajadas que cualquier comedia o película de humor involuntario en lo que va del año.

La cinta lleva el título The Men Who Stare at Goats, es dirigida por Grant Heslov

Update... The Lovely Bones


Uno más de los llamados libros “inadaptables” (porque no se puede o no se debe) llegará a la pantalla grande a finales de año, arrastrando una producción prolongada y una expectativa muy grande.

A principios de los años ochenta, una estudiante llamada Alice Sebold fue atacada, golpeada y violada en el campus de su universidad. La chica, después de pasar varios meses encerrada en su casa, regreso a continuar sus estudios, hasta que un día, caminando cerca de ese lugar tan terrible para ella, reconoció a su atacante, a quien de inmediato denunció, levanto acusación, testifico y atestiguo como fue sentenciado. Terminando su carrera, se mudo de ciudad, trabajo en lo que podía, pero conservo la necesidad de expresar su vivencia, con la que lidiaba todos los días, debido a la cual consumió tratamientos, terapeutas y heroína. Sus deseos de trasladar su experiencia se vieron reflejados primeramente con Lucky, novela que inicio en sus años estudiantiles, donde como el título hace mención, se daba por afortunada de seguir con vida, luego de enterarse que su atacante había asesinado a una víctima previa.

Su siguiente novela giraba en una temática similar, una niña de 14 años es violada y asesinada por un depravado residente, dejando a familiares y amigos devastados ante la tragedia. La niña es testigo de las consecuencias de tal acción en su muy particular y caprichoso purgatorio, voluble a sus necesidades y emociones, desde el cual sigue cada movimiento de los que dejo y de los que probablemente le sigan.

El proyecto, de título The Lovely Bones (o Desde mi Cielo, como fue editado en español) reclutó todo tipo de elogios, respeto y la atención de muchos, entre los que estaba Peter Jackson quien no titubeo para comprar los derechos de una potencial cinta en torno al libro. Dicha cinta se estrenará el 11 de Diciembre (en E.U.) Muchos aseguran que este proyecto fue el que provoco que Jackson rechazara dirigir The Hobbit, otros dicen que el director no quería ingresar de nuevo en la Tierra Media. El cine de Jackson siempre llama la atención, sea con marionetas, documentando a un falso héroe, cazando fantasmas o destruyendo anillos. Esta sin duda, no es la excepción.