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Malinchista yo

A veces tengo que admitir que rechazo lo nacional. Me choca escuchar la música en español moderna en la radio o, para el caso, en cualquier otro lugar. Tampoco tolero mucho del nuevo cine mexicano y casi siempre lo generalizo entre una mal copia o una extensión de cualquier telenovela (reconozco que en los últimos años he visto muy buenas propuestas, aunque sea una por año). Puedo, como cualquiera, lanzar muchos argumentos que sirvan como válida mi postura, pero cuando alguien me dice (sin mucho tapujo) malinchista, poco o nada puedo debatir. Rechazar ciertas cosas nada más porque son de tal lugar, tal grupo, tal director siempre ha probado ser un arma de dos filos, uno juzga desde antes el producto.

Con la música el caso es ejemplar. No me gusta el rock mexicano, ni el pop, ni la salsa, ni la banda. Medio tolero algunas cumbias (con mucho alcohol de antemano) en algunos espacios (no en el transporte público), algunos boleros y metal, aunque este último lo cantan en diversos idiomas. Es curioso, si lo analizara a profundidad, el hecho de que siempre me he rodeado con gente que tenía como favorito a algún grupo en español. Tal vez eso mismo me hacía negarlo y idealizarme como alguien que iba por opciones diferentes (la verdad es que mis opciones eran muy comunes) Nunca jure lealtad a Caifanes, pero me gustan varias de sus canciones, no soy muy adicto a Café Tacuba pero disfrute mucho un concierto de ellos. Puedo enumerar un par más, pero si de música en español se trata siempre me llegaba más la música del sur. Entre Los Tres y, por supuesto, Soda Stereo, se me apareció un grupo que con una sola canción me compraron permanentemente (soy bastante barato para eso) Es la canción más explotada de ellos, la más identificable y la que mas me ha gustado de los últimos años, tratándose de música en español.

Coincidió en la lectura que me obsesionaba en esos años, por allá de 1998. Charlie Decker platicaba a sus rehenes sobre la historia de su virginidad. Al lado de su mejor amigo, visitaban a un compañero mayor, drogadicto y mujeriego, una imagen que seducía por su simplicidad y sus victorias. De la nada surge una fiesta-orgía-deprave a la que felices asisten, donde el protagonista se descubre abandonado y sin mucho éxito para acercarse a una chica. La casualidad le lleva a una mujer muy tranquila, fuera de lugar, quien lo convence a relajarse de semejante escándalo dando un tranquilo paseo por la playa cercana. Al final ella lo seduce, Charlie lo describe y recuerda dolorosamente cómo cuando todo estaba por suceder, una imagen destruye ese momento. La imagen de una mujer con la nariz rebanada de tajo, un hombre gigantesco a su lado portando un machete. La mujer era su madre.

Ese fragmento esta ilustrativamente narrado en el libro Rage de Richard Bachman. Pero siempre imagine el paseo previo a la playa de la mano de esta canción. Vaya, siempre tengo que encontrar una referencia cinematográfica para explicarmelo:



Lucybell - Mataz
Dir. Carlos Moena

Lunes musical


Entre la variedad que existía en la escena independiente, el llamado rock alternativo y paralelo con la música grunge predominante en Estados Unidos, al otro lado del continente se generaba la idolatría por la cultura británica, que engendraba un monstruo que ha muerto y vuelto a nacer varias veces: el BritPop.

Emblema y estandarte de toda una generación, el Britpop es sencillo, contundente y contagioso. Representó el sonido que se escucho durante gran parte de la década de los noventa y que dio cabida a bandas con propuestas muy diferentes a las furiosas odas egocéntricas del grunge. El BritPop se ha expresado con estilos, con modas, con atuendos y hasta con colores. Hay desde quienes lo endiosan como quienes lo aborrecen. Como todo subgénero musical, este no ha estado carente de declives, altibajos y polémica.

Se ha dicho, por tal, que los representantes más característicos fueron Oasis, Pulp y Blur. El punto más elevado de este subgénero vino del constante bombardeo, de las agresivas declaraciones y del menosprecio que se tenían los líderes de estos grupos entre sí: Noel Gallagher, Jarvis Cocker y Damon Albarn. La suerte de Pulp fuera de su continente no fue tan fructífera como lo fue con Oasis y Blur. Sería entonces avanzados los noventa, que tanto los miembros de ambas bandas, como sus legiones de seguidores enfrentarían batalla sobre la supremacía y control de BritPop (aunque nunca quedo muy claro si fue una cuestión de popularidad o de calidad)

Albarn y los Gallagher estaban constantemente a la defensiva y ofensiva, alternaban declaraciones, escenarios, popcharts, etc. Su historia fue un agregado al género musical que ambas bandas ayudaron a consolidar (se escribieron canciones atacándose, apoyaban a diferentes equipos de fútbol) Para muchos, el BritPop ha muerto, otros coinciden en esperar su resurrección (esperemos) Mi postura: siempre me gusto más el trabajo de Damon Albarn y compañía.

Aunque su historia se remonta a mediados/finales de los 80, Blur como banda se estrenaba en 1989, al ser firmados por EMI, con Leisure, su álbum debut. A este le siguieron los muy constantes: Modern Life is a Rubish, Parklife, The Great Escape. Es en 1997 donde se nota una madurez grupal, la cual se coronaría 2 años después, con el lanzamiento de su mejor disco: 13 (en el cual narraban su banca rota en una gira norteamericana con la canción 1992, año en que perdieron a su representante y casi su carrera)

El disco homónimo de 1997 (Blur) incluyo uno de sus más grandes éxitos: Song 2. Desde la portada del álbum mismo (el interior de una sala de urgencias) Blur entendía que debía y podía evolucionar.

El primer sencillo de dicho disco es una de sus canciones más veneradas por sus fanáticos. Lo mismo Albarn y el resto de la banda declaran que esta fue una de sus mejores grabaciones, como Noel Gallagher la cita como su canción favorita de la banda rival. El video fue el primero que vi un lunes, cuando un periodo de mi vida muy divertido, daba inicio. Le guardo mucho cariño y respeto: a su canción, a su video y al grupo mismo



Dir. Sophie Muller