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WTF!!!

"THE CLASSIC REGENCY ROMANCE - NOW WITH ULTRAVIOLENT ZOMBIE MAYHEM!"

Que se ofendan los puristas, digo, también esa es la idea.

Y aunque parezca (o me parece) que me convierto en un estereotipo o de hecho ya lo soy, no voy a negar mis bases.

Nada que agregar. Simplemente lo quiero y lo quiero YA!

Una entrevista a su creador en este link.

Para pre-ordenarlo, en este otro.

La Casa



Bienvenidos a mi casa
Reglas de la casa:
1. Dios vino a mi casa y yo le
maté.

Jack y Stephanie son una pareja con miras a la separación, dirigiéndose a una importante cita. En el camino sufren un accidente que deriva en su súbita visita a una antigua casa de huéspedes, esperando poder resolver el percance al siguiente día. En la casa se encuentra otra pareja (con sus problemas individuales) que sufrieron de la misma suerte momentos antes, quienes también han quedado varados en ese paraje desolado. La casualidad hace que los cuatro personajes duden de su situación especialmente al enfrentarse a sus anfitriones, una pequeña familia de fanáticos religiosos y de costumbres fuera de lo común.

A esto se le añade un asesino experimentado que desde los exteriores de la casa, los involucra en un juego que se quiere disciplinado, recorriendo una serie de reglas, enfrentamientos personales y ajenos, pasillos interminables, puertas succionadoras, clones, una niña y mucha niebla negra.


2. Mataré a cualquiera que venga a mi casa, así como maté a Dios.

Responden a los nombres de Frank Peretti y Ted Dekker y son los autores de esta insufrible e infantil historia de “horror” religioso o el intento de una. Elementos en la vida personal de ambos escritores han encontrado una similitud. No solo que ambos publiquen para la misma editorial, que sean amigos o que sus historias de elementos sobrenaturales tengan patrones parecidos. Ambos se toparon en alguna experiencia de su vida que los llevo a acercarse de manera más comprometida a lo religioso. Es probable que no sean autores tan reconocidos, pero en el mercado de novelas cristianas, ambos son extremadamente respetados. Separo, como concepto, el mercado cristiano puesto que de alguna forma han plantado ciertas barreras (eso es lo que yo se, no es un hecho)

En estos casos, no sería una locura afirmar que deberían reforzar esas barreras. Manteniendo distancia con el aspecto religioso, la historia se debilita a cada vuelta de página, cada repetitiva situación que se plantea se siente estorbosa, sospechosa, los personajes parecen unidimensionales y ejemplares dignos de cualquier estereotipo de escritor frustrado, cantante frustrada, psicóloga frustrada y otro frustrado. Algo bastante elemental han olvidado ambos autores, el villano no es imponente solo por portar una máscara o porque sus pisadas resuenen y hagan eco en cada rincón de la casa (mucho menos porque sangre su malvada niebla negra), el villano es inclemente, inmisericorde y aterrador por la motivación que lo empuja y por la respuesta de sus victimas. Ojala existiera una motivación para los personajes y no solo hacerlos correr, llorar y gritar a la menor provocación.

Y es que no solo se trata de toda la escasa emotividad que la anécdota destila, sino de la escasez de recursos de los personajes. Es cierto que el elemento sobrenatural de cualquier novela genera opiniones muy encontradas y que para mantener cierta coherencia deben desconocer lo probable o lo posible. Pero me resulta repugnante que ante tanta situación sobrenatural, los personajes tarden dos capítulos reclamándose y diciendo: vamos por acá, no por allá, que no por acá, te digo que por allá, bueno por atrás, mejor enfrente.

En el mejor momento de la historia (cuando inevitablemente uno solo se queda para reír de la ingenuidad exagerada de cada personaje) aparece una niña, una guía quien asegura que no la han escuchado y por eso están involucrados en esa situación de pesadilla. Uno entiende la arbitraria aparición de ese personaje, siendo que es el único que habla un idioma (y no solo balbucea preguntas del tipo ¿Qué esta pasando? ¿Iremos por este camino o por este otro? ¿Pero quien ha hecho ese ruido?, Oh pero ¿Por qué a mi?), pero se cuestiona porque le otorgan ese tipo de información y desmeritan el poco interés que presentaba la embrujada casa.

3. Denme un cadáver y tal vez yo decida prescindir de la regla dos.
El juego termina al amanecer.

El psicópata que les ha enviado (vía una lata y por eso se llama Hombre de Hojalata) las instrucciones se presenta como el ente controlador de toda la aventura, atento a cada movimiento, entendiendo y previendo los movimientos de las víctimas, cómplice con la propia casa. Espectador que provoca (por medio de sus pisadas) un terror absoluto, que aunque carece de cualquier característica de personalidad, emite las pocas ideas interesantes de la novela. Su especulación es tratar de doblegar el espíritu de las parejas y provocar que se asesinen entre ellos… ¿O no? Porque ya cercano el final, su incredulidad y torpeza sobrepasa a la de sus victimas en uno de los descenlaces más parciales, tajantes y derivativos que recuerdo haber leído alguna vez.

El gran problema es que, al igual que sus personajes, ningún autor tiene el menor control sobre la vida propia de la historia y las extensiones que por naturaleza presenta. Siendo duro, de los dos autores no se hace uno digno. No parece haber ningún elemento que identifique la pericia (o ausencia de ella) narrativa de alguno y el capítulo que sigue es la copia del anterior, solo cambia un personaje y un cuarto, con los mismos diálogos austeros que debido a su constancia, desesperan al lector al grado de querer desistir de la lectura.

Si Peretti o Dekker tienen una base de leales fanáticos, la recomendación sería que se esmeren en conservarlos a cualquier costo. Así sea una secuela de este ridículo y plano ejercicio (con su final dizque abierto) o sermoneando a todos los seres humanos por pecadores. Su demostración de “la paga del pecador” observada en esta historia, hace que uno se pregunte si el pecado los incluye a ellos.
D

El Juego de Gerald




Por supuesto uno tiene definidas casi todas las situaciones extremas que podría experimentar. Uno, para bien o para mal, tiene una rutina específica de su vida, de su día, de su espacio. Hay variantes, hay avances y retrocesos, pero el estilo radica, por periodos, dentro de una misma burbuja. Encaminarse de tal forma en la vida es en muchos aspectos natural, es una medida de precaución para enfrentarse contra lo imprevisto, en el fondo. Desviarse un poco de ese trazado aporta diferentes resultados (la maldición del ser humano, actuar en base al resultado), los cuales no son conocidos (son esperados o adivinados) y por tal, se les evita. Una situación extrema lleva a actuar a las personas de formas que jamás hubieran pensado, porque mucho tiempo después de haberlas sorteado, siguen sin ser comprendidas.

Jessie empieza a relatar su historia en el momento en que los dientes de la cadena hacen clic. Despierta de su letargo momentáneo para descubrirse esposada a la cama, semidesnuda, observando a su sobre-excitado marido, Gerald, quien la ha llevado a la cabaña de veraneo, alejados de cualquier ser humano, para dar rienda suelta a las únicas pasiones eróticas que le motivan algo. El juego que tanto emociona a Gerald es uno que a Jessie nunca le ha interesado, pero participa por la emoción que nota en su alejado marido. Sin embargo, no le interesa ser parte del juego en ese preciso instante y toda una avalancha de recuerdos y emociones le vienen al recibir la negativa de su marido, las cuales le llevan a asesinarlo de forma accidental y descubrirse atada, en medio de la nada, sin ninguna posibilidad de escapar.


De tal forma da inicio la novela de ficción número 19 de Stephen King. Esa es la semilla que detona el relato. De la misma forma en que King imagino a Pennywise cuando observo el reflejo de la luna sobre un río en Boston (y pensó que sería muy divertido que un payaso fuera un monstruo con dieta al miedo), el escritor desarrolla todo un brutal relato con la imagen de un deforme humanoide que carga anillos y huesos. La mujer de su historia es una persona desilusionada, alarmada pero rutinaria, que decide permanecer al lado de un hombre que no ama, porque esa muralla le impide recorrer sus propias experiencias. Sin embargo, la vida le tenía destinado enfrentar sus recuerdos y aprender a responsabilizarse de su vida en aras de escapar de semejante pesadilla. Sin agua, sin comida, sin movimiento, el cuerpo de Jessie poco a poco deja de ser suyo, deja de obedecerla, deja de reaccionar, para ser acompañada únicamente por un cadáver, un perro y una figura que nunca se revela como real o imaginaria, formada solo de sombras y reflejos de la luna, que le muestra sus tesoros y aguarda pacientemente que ella se rinda, para reclamarla a ella también.

King, como en prácticamente todas sus historias, no se tienta mucho el corazón y describe con muchísimo detalle cada instante de agonía que la mujer padece. Porque no solo la ilusión de su muerte desolada y francamente patética es aceitado motor para desear que llegue pronto, también lo son sus tres compañeras imaginarias, parte de su propia personalidad: su mejor amiga de la universidad (a la cual nunca ha llamado después), su propia versión de la esposa reprimida y sumisa y a si misma a los 12 años, el único ser que parece tener más respuestas que cuestionamientos. Esa pequeña Jessie se le presenta para enfrentar el único recuerdo que no ha retomado, que no ha enfrentado, el recuerdo que le hará posible su supervivencia. Una historia de abuso, de incesto, de profunda culpa. El costal de culpas que Jessie ha cargado en su vida sorprendentemente deja de ser tan pesado en ese momento de su vida.

Es hasta cierto punto plausible la forma en que King aborda todas las referencias internas de sus anteriores historias y de las futuras. La detallada aventura dura escasos dos días, pero cada página se siente eterna, permanente, desolada. Las memorias que enumera Jessie sobre su infancia deberían llevar a describir y desarrollar un tipo de personaje totalmente diferente al que presenta. Las voces que con el paso de las hojas se convierten en un personaje más, no solo revelan como escapar del misterio, revelan como fue que llego a el. El Juego de Gerald (1992) supone ser una primera parte de una trilogía, que el propio King solía llamar “del Eclipse”. El mismo fenómeno que se presento en la siguiente novela “Dolores Claiborne”, durante el cual, el evento detonante y delineante de toda una vida se presenta. Ambas heroínas son mujeres en inicio poco activas, con poca inventiva, pero que descubren una fuerza interior sobrenatural cuando se enfrentan a horrores que no pensaban existían.

Una de las novelas menos conocidas del mítico escritor, El Juego de Gerald es una experiencia agotadora, dolorosa, plenamente identificada con sus “sobrinos” (como suele llamar a sus lectores asiduos) y sumamente emocionante.



A

La Historiadora



En algún momento de la adolescencia, casi todos hemos sentido una atracción especial hacia los vampiros. Parte por la identificación de aislamiento, parte por lo seductor que es el concepto en breves escalas. Se establece al vampiro con la noche, con la seducción, la fuerza, la intolerancia. El dominio de un entorno al que muchos le temen. El vampiro nunca va a morir, nunca envejece. Esta condenado a vivir por las noches, a no ver nunca la luz del sol. Como adolescente, eso es algo a lo que uno se puede adaptar sin ningún problema

Su nombre es Elizabeth Kostova y en 2005 salió a la luz su primera (y tormentosa) novela “La Historiadora”. A lo largo de 10 años, Kostova realizó exhaustivas investigaciones para darle credibilidad a un mito. Pareciera ser que al final su intención no fue darle sustento firme y (hasta cierto punto) coherente al mítico personaje por el que todos los demás deambulan. El resultado final resulta en una meditación acerca de su propia aventura, su propia vida y su propio mito, a los que con gusto y destreza nos invita a formar parte.

La narradora, quien se presenta como una ingenua pero perspicaz joven, ha heredado el gusto por la historia, un hambre que no se puede saciar. Descubriendo, en aras de la curiosidad, cartas antiguas e intrigantes de su padre, su búsqueda por conocimiento y experiencia inicia, primero indagando a Paul, su padre, sobre el origen de tales cartas y la legendaria aventura que tuvo (tiene) que sortear para estar donde esta en la actualidad. Durante detallados y narrativamente brillantes paisajes/escenarios, Paul transmitirá su historia, iniciándose con la desaparición de su amigo y mentor Bartolomew Rossi y su posterior frenética búsqueda, convencido que su captor es el legendario y sanguinario Vlad Tepes, quien logro burlar la muerte. Paul, tiempo después, emprenderá su propia búsqueda (una más personal) abandonando momentáneamente a su hija, pero también cimentándole la iniciativa de realizar su propia búsqueda, una que pareciera no tener mayor pretensión, pero con la que finalizara inevitablemente cambiada.

Así, la narración se divide en varios tiempos. La narradora (de quien nunca sabemos su nombre, aunque presumiblemente se trata de la misma Kostova, en un alter/ego ficticio) tendrá en su posesión largas cartas donde Paul describe su aventura, su roce con diversos historiadores, expertos, bibliotecarios y por supuesto, Helen, el elemento que dará cierta conclusión al ciclo, cuya importancia es abrumadora desde el primer casual encuentro. A su vez, Paul posee las cartas de Rossi, donde de igual manera, detalla su historia y su brutal obsesión que, como hombre de ciencia e historia, lo consumirá aún cuando haya decidido (por obligación o por convicción) alejarse de tan temible reto. La clave de todo el enigma, del que Helen, Paul, Rossi, la narradora y varios personajes más giran alrededor, es lo que esconde la tumba de Vlad III. El enigma en si mismo encierra una gran interrogante, de la que las leyendas se extienden hasta niveles extenuantes. Drácula.

Diez años le tomo a Kostova llegar a una determinación, a una decisión. Por el año en el que fue publicado, el libro se considero una versión de “El Código Da Vinci” de Dan Brown, centrado en la poderosa figura de Drácula. Nada más lejos de la verdad resulta tal presunción, independientemente de que el libro de Kostova llevaba gestándose mucho antes del de Brown. Ganadora del Hopwood Award que entrega la Universidad de Michigan (premio que gano, entre varios, Arthur Miller) antes de haberse finalizado, el libro narra una aventura que se sembró en base a las leyendas que su padre le contaba, acerca del vampiro, acerca del mito y las leyendas.

Kostova no muestra ni una duda en avanzar hacia lo que quiere narrar. El significado de la vida aventurera que esos cuentos contenían. Cada país, pueblo, escenario esta cargado de tal descripción y belleza que uno puede sentirse en el lugar al pasar las hojas. Fundamentalmente, es un testimonio del amor, respeto, dolor y admiración que Kostova siente por la historia, por quienes la hacen, por quienes la conservan y por la importancia que hemos dejado de percibir. Cerca del final, uno por fin entiende que todo (absolutamente todo) esta ahí, existe, se puede encontrar. Únicamente hay que tener la decisión y la dedicación de buscarlo. La expedición de cada personaje siempre inicia, transita o termina en un lugar: las letras, las bibliotecas, los libros.

Todo inicia con un libro, uno antiguo que aparece en el destino de los personajes, con las páginas en blanco y en el centro un majestuoso dragón. El dragón, de la histórica orden del dragón. La historia, con muchos problemas, confirma que Vlad Tepes existió, su salvajismo fue real. Los mitos pueblerinos posteriores a su muerte (aquellas donde se decapitaban y enterraban una estaca a los cadáveres) tienen un sustento genuino. Y Drácula es una leyenda que cada año se hace más vigente. Llena de reflexiones que, de lo personales, se sienten anexas e identificables, Quizá Kostova no fabrica un personaje complejo, detallado o emblemático, pero sí condensa una vasta información acerca de Vlad y trata de ubicarlo en un contexto real y su trascendencia a través de los años (hay espacio para los comunistas y las guerras mundiales), a pesar de su abrupto y sesgado desenlace

¿Es un error transgredir el mito y convertirlo en realidad? Cada quien tendrá una respuesta a eso. En una meditación casi inmediata, La Historiadora ha sido uno de los libros que más me han causado dolor despedirme. Eso hacen los buenos libros, los maravillosos, se despiden, se marchan dejando un profundo dolor y un hermoso recuerdo a su paso
A

Adaptaciones "imposibles"



A estas alturas, la secuela es un elemento tan degradado en parte por la falta de calidad, pero principalmente por el desgaste que se ha hecho de ellas.
Y si la salvación en taquilla no puede ya venir de una secuela (digamos, porque el personaje principal ha muerto… aunque a veces ni eso es meritorio para detener a los estudios), existen otras opciones que se están convirtiendo peligrosamente en lugares comunes. El famosísimo remake. En términos simples, el remake es simplemente una nueva versión de una película, ya sea de otro país u otro tiempo, cambiando o agregando elementos que se adapten a la cultura, en este caso, estadounidense. Algunos ejemplos recientes incluyen: Vanilla Sky (de la española Abre los ojos), Insomnia (de la noruega del mismo nombre), The Ring (de la japonesa Ringu) y un largísimo etcétera. No recuerdo haber visto una película actual, cuyo remake haya sido superior al producto original (y no, “Los Infiltrados” no es mejor película que “Infernal Affairs”).

Generalmente, a los estudios poco o nada les importa, mientras puedan ver el potencial económico y que para bien o para mal han obtenido con esas cintas y que desafortunadamente tienen prioridad sobre el talento de un escritor que no posee todavía un nombre de peso, pero que le sobra inventiva. Pero si en la búsqueda por la seguridad económica y no por la propuesta, los remakes no son la mejor respuesta, aún hay más opciones. Una de las más importantes es la adaptación. Casi cualquier material es adaptable, videojuegos, biografías, comics, artículos en revistas y periódicos, etc. En la actualidad, es pequeño el porcentaje de gente que acostumbra leer con frecuencia y mucho mayor es el porcentaje que ocupa mucho tiempo (porque lo demanda) en un videojuego.


Y en el intento, han llevado la penitencia. Esas adaptaciones a videojuegos populares son, en el mejor de los casos, mediocres. El videojuego requiere la participación e interacción del individuo, el cine no. Así que al privarle ese elemento básico, la adaptación que verá el fanático se quedará siempre corta en sus expectativas.


No es lo mismo con la literatura. Adaptaciones como “El Padrino”, “El Silencio de los Inocentes”, “Patrulla Infernal”, “Rashomon”, “Rebecca”, “Blade Runner”, “Sueño de Fuga”, son soberbias. El caso Hitchcock menciona que sus adaptaciones siempre fueron de novelas muy malas. El caso puede ser “Psicosis”, pero quizá no tanto con “El Agente Secreto”, novela escrita por Joseph Conrad. La fabulosa “High & Low” de Akira Kurosawa me ha llevado a buscar su versión literaria, sin resultados positivos, por lo que me incluyo en el descubrimiento inverso de las novelas.

Aún quedan miles de novelas en el aíre, a la espera de un goloso ejecutivo, para su traslado a la pantalla grande. Afortunadamente, en este caso, muchas novelas se consideran como “inadaptables”, imposibles de recrear su universo, ya sea por la narrativa o por lo que propone. Aunque la novela “Naked Lunch” de William S. Burroughs se considero mucho tiempo así.

Finalmente, cada quien tendrá sus opciones de adaptaciones a libros que han leído y han representado un momento importante en su vida. Muchos deseamos que nunca se haga su versión al cine de alguna novela. Otras son una probabilidad latente y una pequeña porción pueden ser necesarias. Las que le presento a continuación, muchos las han determinado como “inadaptables”, o mejor dicho, las más difíciles de adaptar.


Cien años de Soledad.
Gabriel García Márquez.
La obra maestra de literatura hispanoamericana, y para el caso, universal. 35 idiomas, mas de 20 millones de ejemplares y un cuaderno al lado para apuntar el nombre de los personajes y su parentesco familiar, para no perder el hilo conductor. Las seis generaciones de la familia Buendía y los muchos Arcadios y Aurelianos. Personajes que flotan en el aire y se desvanecen. Personajes que mueren y vuelven a aparecer. Lluvias que duran años. La incapacidad de amar y la soledad a la que se conducen. Los hijos con cola de cerdo. Y un narrador imparcial. García Márquez creo una historia tan emotiva y tan profunda, que nadie se ha atrevido a tratar siquiera de proponerla como adaptación.


Glamourama.
Bret Easton Ellis
Victor Ward es un modelo, dueño de un popular club nocturno, con muchas mujeres de espectacular belleza, que un buen día le ofrecen una misión, buscar a una ex – novia de sus años estudiantiles. En el transcurso de su misión, conoce a otro grupo de modelos tremendamente exitosos, que ocultan ser parte de un poderoso grupo terrorista, con fines de causar destrucción y caos en el mundo. Lo que bien suena a una payasada, en manos de Easton Ellis se convierte en una crítica al consumismo, al culto a las celebridades y a la belleza física. Ward comienza su narración mostrando el mundo de los modelos famosos, sus excesos, sus ridículas preocupaciones y su descenso en el ojo público. Para después adentrarlo y de paso cambiar la tonalidad de la historia, al mundo de espionaje, de los terroristas, de la violencia y paranoia. Ellis ha sido tachado de nihilista, misógino y bipolar, lo cual muy probablemente sea. Pero no hay duda que tiene una poderosa manera de manipular a sus personajes para convencer al lector de que son un mero reflejo a ellos. El problema de esta novela en una muy probable adaptación (Ellis también creo American Psycho) es, entre muchas cosas, su extensa duración. Poco más de 700 páginas describen la aventura de Ward, con sus fiestas/orgías con modelos, hasta la tortura y desmembramiento de sus amigos terroristas, además de jugar con la posible doble personalidad de Ward y un final que parece ser una broma pesada.

El hombre en el castillo
Philip K. Dick
Estados Unidos nunca se recupero de la Gran Depresión en los años treinta. Esto impide que la nación no se convierta en la potencia que ayuda a los aliados a derrotar a los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Europa, al igual que el continente americano es ocupado por japoneses y alemanes. Hitler queda incapacitado después de ganar la guerra. San Francisco es un imperio oriental. Y un autor crea la novela “prohibida” llamada La langosta se ha posado, brindando esperanza y curiosidad al mundo, narrando ficticiamente lo que el mundo sería si los aliados hubieran ganado la guerra. El nombre Philip K. Dick es uno muy recurrente en los últimos años. Al igual que Isaac Asimov, Dick es uno de los más influyentes autores de la ciencia ficción y uno de los más emblemáticos. Creador de Blade Runner, Total Recall o Minority Report, en “El hombre en el castillo”, Dick plantea un mundo donde la guerra fue ganada por Hitler y la humanidad se enfrenta a problemas y batallas personales muy similares en la actualidad. Absorbente de principio a fin, su arribo a la pantalla grande no se vislumbra imposible, a pesar de lo controversial del asunto. Aunque para muchos (me incluyo) sería mejor que lo dejaran en letras


El guardián entre el centeno.
J.D. Salinger
El principal opositor de que esta poderosa novela se traslade a la pantalla grande es su propio autor. Salinger, un autor que se aisló del mundo después de esta, su primera novela, desprecia enormemente a Hollywood y mientras el viva, jamás su material será usurpado por las compañías productoras. Marcado enormemente por su experiencia en la Segunda Guerra Mundial, J.D. Salinger es un hombre de hábitos fuera de lo común, que incluyen el aislamiento de su propia esposa, represión sexual, hablar idiomas inventados por él y dicen, beber su orina. Tanta paranoia se ve reflejada en el personaje principal de esta novela de culto, Holden Caufield, que por cierto, también odia a los guionistas de Hollywood. Pero por encima de la negativa absoluta del autor, la propia novela sería una pesadilla para cualquiera en su intento por adaptarla. Caufield es un joven de 16 años que desprecia el mundo, la hipocresía donde vive, la maldad de la humanidad y a él mismo. Pero todo el desprecio que siente es manejado de una forma tan sutil, cínica y pausada, que se convierte en agradable y entretenida. Publicada en 1951, la novela sigue teniendo repercusión en el mundo actual y, como las grandes novelas, se siente fresca y emparentada con el sentir de muchos.

El Hombre Terminal


Los años no le han favorecido a Michael Crichton en muchos sentidos. Uno de los personajes "in" de la década de los noventa, Crichton estuvo involucrado en demasiados proyectos para su propio bien. Ya era reconocido y en algunos círculos respetado cuando se presento su proyecto que lo catapultaría a la fama, la cinta "Parque Jurásico", basada en uno de sus libros más populares.


El nombre de Crichton empezo a ser sinónimo (si bien, no necesariamente de calidad) de éxito comercial. La teleserie E.R. era todo un éxito, sus libros empezarón a tener nuevas y elegantes re-ediciones, escribió más novelas y sus textos fueron llevados a la pantalla grande con más frecuencia y un considerable éxito. Fue nombrado uno de los hombres más atractivos del mundo y participaba en guiones, conferencias, ediciones, revistas y demás medios creativos. Gano premios de literatura, de televisión, de cine. En fin, el señor era parte de toda una tendencia.


Aunque no ha desaparecido, su popularidad ha caído bastante. Sin embargo, antes de sus muy largos 15 minutos de fama, ya era un escritor consolidado y hasta consentido por muchos críticos literarios. En 1969 publico su primer obra (al menos la primera formal) vía The Andromeda Stain. Tres años después, 1972, publico The Terminal Man.


Casi de inmediato, Crichton presenta a Harry Benson, un experto en computación, convencido de que las máquinas estan tramando apoderarse de la vida humana. Benson es el paciente estrella del ala psiquiatrica del hospital (recordemos que Crichton es médico y conoce a la perfección la convivencia en ellos), debido a que se le practicara una operación complejisima, de cuestionamientos éticos marcados, con lo que el desarrollo futuro de investigaciones para los involucrados (temática similar a los arqueologos de Parque Jurásico)


Benson presenta un cuadro de epilepsia psicomotora, caracterizada por violentos episodios físicos de la persona, donde no recuerda ni es consciente de sus actos, lo que lo hace inhumanamente peligroso, sádico y paranoico. Detrás de toda la gama de expertos, doctores y reflexiones, esta la doctora Janet Ross quien cuestiona dichoso procedimiento, en vista de los complicados resultados psiquiatricos que Benson presenta en pruebas preliminares.

El procedimiento consta de insertarle pequeños chips al cerebro de Benson, que le provocaran estimulos, generando reacciones en aras de identificar exactamente la ubicación y los motivos de los ataques que Benson presenta. Pero Benson ya es un psicopata paranoico, fobico de las máquinas y la tecnología, a quien le conectarán enlaces computarizados, como para asegurarle que sus teorías de conspiración son reales.


Si bien el estilo de Crichton es fácil de digerir, no deja de ser interesante por los profundos conocimientos (e hipótesis) médicas-tecnológicas que maneja en toda la trama. Poco más de la mitad de la historia se enfoca en desarrollar de manera comprensible para el lector el procedimiento y funcionamiento de dicha operación. Pero desde entonces, Crichton manejaba una terrorifica paranoia de la que él mismo es incapaz de escapar: las contradicciones de la tecnología.


La novela tiene interesantes reflexiones sobre el lugar donde estabamos y el lugar a donde vamos. Muchas de ellas, a años de distancia, se han cumplido, otras no tanto. Sin embargo, cuando la temática médica-científica ha llegado al límite, Crichton desarrolla una historia lineal bastante convencional y limitada. Parecen ser dos cuentos diferentes, pero, para el caso, todos sus libros son de la misma forma. El problema es que el interes que había despertado en el lector desaparece cuando el autor pasa de la parsimonia, a la acción desenfrenada y sin sentido, dejando la impresión de haber leído algún episodio menor de CSI.


Al ser una lectura sencilla, explicativa e interesante, The Terminal Man fue llevada a la pantalla grande, de la mano de Mike Hodges (director de la más actual Croupier con Clive Owen), estelarizada por George Segal, a la cual no he tenido la oportunidad de revisar.

No puedo negar que me entretuvo la novela, como casi todas las de Crichton, pero nada más. Aunque, nada menos.

Harry Potter and The Deathly Hallows


A

A pesar de que la preparación para su arribo no fue del todo silenciosa (se empezó a vender desde febrero), el 27 de junio llego a las librerías de todo el mundo Harry Potter and the Deathly Hallows. He pensado como argumentarlo, quería externar que alguien me amenazo y obligo (lo cual es cierto), pero también deseaba ser parte de un fenómeno del que he disfrutado contagiarme (ahora muchos lo repelen porque esta de moda hacerlo). Así que en la madrugada de ese día, estaba formado en una muy extensa fila, de cierta librería, esperando contar con la suerte de alcanzar un ejemplar. Una hora después, mientras leía un ejemplar de Lovecraft (que también me lleve), la mujer detrás de mío empezó a aplaudir, emocionada e ilusionada. Nos acababan de informar que existían suficientes ejemplares para quienes se habían formado a tiempo. No compartí la misma emoción, seguía inmerso en Cthulu y cuando tuve el ejemplar en mis manos, lo guarde y no supe de él hasta varias horas después.

Rowling ha crecido mucho en sus habilidades literarias, es cada vez con más sofisticación que nos re-introduce a su mundo. Deathly Hallows (algo como “reliquias mortales”) es el libro más oscuro de la saga, el más violento. Enfrenta a su personaje con el amor, la perdida, la soledad, la resignación, y al enfrentarlo a él, enfrenta también a sus lectores, que lo han seguido a lo largo de estos 10 años, lectores que dejaron de ser niños y lectores que dejaron de ser adultos. Tengo entendido que los libros viven en dos dimensiones. Su historia ficticia con las travesías que su autor les obliga a recorrer. Y en el mundo de quienes lo leen, con la relevancia que tendrán en la historia. Nadie puede negar el impacto que Harry Potter ha tenido en los últimos años, en la cultura, en la moda, en los niveles de fanatismo y en la vida común. El mundo, en el transcurso de sus publicaciones, ha pasado por la muerte de la princesa Diana, los ataques terroristas de Nueva York, los de Londres y Madrid, la guerra de Irak, la unión europea, el error de Florida, el error del IFE (bueno hasta los Red Sox de Boston fueron campeones), entre muchos otros eventos a lo largo de esta década. ¿Ha cambiado al mundo? ¿Lo ha hecho un lugar mejor? Probablemente no. ¿Es entonces la historia de este mago, un refugio para grandes y pequeños de un mundo menos vigoroso, menos esperanzador? No lo creo. Mucho me llamaba la atención la opinión de una persona que decía no haber leído ningún episodio, no tenía ningún interés y seguía perfectamente bien (como deben estarlo miles más). Mejor que eso no he podido encontrar una explicación a un fenómeno de esta índole, porque por contradictorio que pueda parecer, esta persona que orgullosamente proclama su bienestar sin estar en contacto con el furor, lo proclama por estar en contra.

Miles de opiniones se encontraran divididas. Una de las cuales me molesto en demasía y la relataré brevemente. En la radio, en un espacio de noticias, un critico (supongo que lo era) hacia los honores al ultimo tomo de la saga. Tenía escasos tres días de haber salido y él ya lo proclamaba como una decepción. El problema es que aclaro no haberlo leído aún, pero decía contar con excelentes referencias y fuentes para afirmar lo anterior. De que manera resulta ser un fenómeno cuando alguien que no le ha echado una ojeada, puede sentirse capaz y protagonista para juzgarlo, para bien o para mal. Ni aunque la referencia fuera el gran Gabo, le daría derecho o justificación para criticar un producto sin haberlo revisado… bueno, si la fuente sí era García Márquez, habría que meditarlo.

Así como después de su salida ha sido y será objeto de revisiones, lo fue también previo a su salida. Con un hermetismo brutal, algunos hechos se filtraron y salieron a la luz, especialmente referentes a los personajes que no lograrían llegar al final. No revelaré, desde luego, nada del contenido del libro, pero es cierto, muchos personajes mueren. Sin embargo, al finalizarlo, lo importante no era quien muere, ni siquiera quien vive, sino el como llegaron a la conclusión, de que manera. Un personaje tiene una intervención diciendo, “no te compadezcas de los muertos, compadécete de los vivos”.
La historia sigue la línea marcada en el anterior tomo. Harry busca la manera de destruir a Voldemort, mientras este controla, a distancia, prácticamente todo el mundo mágico, desde el ministerio hasta el colegio. Harry necesita encontrar ciertos objetos (introducidos en el sexto tomo) con los que, una vez destruidos, debilitará tanto a su Némesis que podrá enfrentarlo y con un poco de suerte, derrotarlo. De esa manera, recorrerá, en las sombras, distintos parajes y sorteará peligros a su alrededor, hacia él y a todos los que le rodeen.
El arco dramático de la saga de Harry Potter se fue estirando y complicando mucho con el paso de los tomos; demasiadas tramas, sub-tramas involucraban a todos los personajes, que más de una parecía innecesaria. La narración en este capítulo tiene que ser menos extensa, porque debe llegar a una conclusión. A pesar de necesitar explicar mucho de lo que sucede en el libro, Rowling domina y conoce a la perfección el camino que cada personaje debe tomar, aparentemente ningún incidente es aleatorio, sin repercusión alguna, hasta que llegado a su momento, cada pequeño detalle es vital para darle la continuidad deseada. El libro esta repleto de momentos de acción, que incluso logran encimarse uno con otro. Momentos que seguramente en pantalla se verán impresionantes, pero que en el libro suelen ser tan detallados que provocarán muchos dolores de cabeza a los responsables en su adaptación. Tanta acción sería absurda y aburrida si Rowling no hubiera impreso cierto crecimiento (con lo que da cierta identificación) a sus personajes. Los tres principales dudan, se equivocan, engañan y crecen, aún a regañadientes.

No puedo evitar la siguiente comparación y debo pedir una disculpa incluso antes de mencionarla. Sergio Leone al hablar de “Once upon a time in the west” (la que según yo, es el mejor western de la historia) le gustaba aclarar que había tratado de imprimir la esencia de muerte a lo largo de la película, el destino al que tendrán que llegar sus personajes, quienes parecen consientes que no llegarán vivos al terminar.
La sensación que se siente en Deathly Hallows es de pérdida, de dolor y de redención. De reprocharle algo, tendría que ser un epilogo que incluye, donde conocemos brevemente el destino de muchos de los personajes de la historia. Pero al acercarse la última página, todos los seres que habitan el mundo mágico se enfrentan con esos sentimientos, algunos deseándolo (sin ser del todo concientes), la gran mayoría evitándolos, y a pesar de que debía terminar el libro rápido, esas últimas páginas trate de evitarlas, trate de alargarlas. Al final, la despedida fue agridulce, como suelen ser casi todas, cuando analizamos lo que paso y como paso.

Publicados los impresionantes resultados de las ventas, lejos de pensar en los millones de dólares o euros que giraron alrededor de un libro, no dejaba de preguntarme, cuantas personas estarán leyendo exactamente lo mismo que yo.

Parte del fenómeno tiene que ser la gente que lo rechaza. Aquellos que lo idolatran, asumen demasiado al decir que acerco a los niños a la lectura. Pero al igual que Harry, los niños crecieron y probablemente muchos perdieron el interés en el libro y descubrieron llegar a los dieciocho años. Si, si los acerco, más dudo mucho que los haya iniciado. Y si al esperar en la larga fila, algo distraído, por mi copia, pude revivir y comprender bajo una óptica diferente el mundo de Lovecraft, Rowling no solo acerco a los niños a la lectura, aunque lo haya hecho indirectamente.