Death Race
La tendencia parece predecir que Jason Statham se quedará en el papel de duro, brutal y musculoso personaje que puede sortear tanto conflicto se le atraviese. Pero siempre viéndose bien (o cool, si se quiere) La saga de The Transporter pareciera no tener fin, se estima el próximo estreno de la secuela de Crank (con todo y que el personaje aparentemente murió) y seguro repetirá su papel de segundo al comando en la secuela de The Italian Job. La verdad es que sus personajes parecen ser la continuación del previo, solo que con esteroides. Hay que aceptarlo, tampoco le queda nada mal al antiguo nadador profesional, luchador de MMA y experto en Kick Boxing.
Death Race (Paul W.S. Anderson, 2008) se pensaba como el nuevo vehículo de lucimiento para el actor y también una perdida de tiempo. El director Anderson tiene un catalogo de ineficiencia y pésimas cintas, la cinta se trata de un remake más (ahora de una cinta de culto producida por el legendario Roger Corman) y el propio Statham viene de protagonizar películas que en el mejor de los casos fueron mediocres (vaya, estuvo bajo las ordenes de Uwe Boll) Quizá es la suma de todos esos defectos que la cinta traía desde su gestación que el resultado final es más que aceptable. Curioso que el vehículo de lucimiento no sea para Statham, sino para la experimentada Joan Allen. Muchos nos preguntábamos que era lo que hacía una actriz de su calibre en un proyecto derivativo y bastante menor. Bueno, lo revitaliza, lo hace interesante y brinda la mejor actuación de la cinta como la toda poderosa villana sin escrúpulos que aterroriza a los más temidos criminales dentro de una de las prisiones más salvajes.
En un futuro bastante cercano, la economía en Estados Unidos colapsa, no hay empleos y todos son criminales (casi). Las grandes corporaciones manejan las prisiones y encuentran la forma de hacerlas lucrativas. Jensen Ames (Statham) es, sin aviso, incriminado por el asesinato de su esposa y va a dar a la prisión comandada por Hennessey (Allen) donde se realiza, periódicamente, la carrera de la muerte, un serial de autos televisado de tres etapas donde el ganador (para el caso, el que sobreviva) obtiene su libertad. Ames, que resulta ser un antiguo pero estupendo corredor de autos, es invitado para tomar el lugar de un indestructible piloto enmascarado cuya popularidad eleva el nivel de audiencia del emocionante espectáculo, porque finalmente los condenados a participar son criminales en sí.
En manos del propio Anderson, los zombies no son ni temibles ni sangrientos (ni bien maquillados), los alienígenas son una triste parodia de ellos mismos y los depredadores jamás lucen tan desangelados. Alejado de la ciencia ficción, el director parece menos presionado y lo hace con confianza y soltura para sorpresa de cualquiera. La cinta avanza sin muchos tropezones, ni descalabros. La narración solo se enfoca en lo que le importa, sin distracciones. Statham y el resto de los actores secundarios (Tyrese, Ian McShane) se notan divertidos y algunas secuencias de la carrera son muy logradas.
Pero la pericia que Anderson muestra en muchos puntos parece desaparecer los últimos 20 minutos, cuando ya todo se vuelve repetitivo e irritante. Si bien la historia gira alrededor de Ames, el entorno nunca se siente amenazador ni problemático, más bien un mero trámite. El resto de los criminales pilotos caen demasiado pronto como para convertirse en un peligro latente, la resolución de las situaciones cae en lo arbitrario, las diferentes etapas de la carrera no ofrecen mucho y Joan Allen desaparece un buen metraje. Y aunque eso podría ser desastrozo (especialmente por el director) nada parece demasiado importante (ni un asesinato a sangre fría) como para ser imperdonable. Solo es cuestión de dejarse llevar y reconocer cierto esquema complaciente, poco demandante y bastante emocionante.
Death Race (Paul W.S. Anderson, 2008) se pensaba como el nuevo vehículo de lucimiento para el actor y también una perdida de tiempo. El director Anderson tiene un catalogo de ineficiencia y pésimas cintas, la cinta se trata de un remake más (ahora de una cinta de culto producida por el legendario Roger Corman) y el propio Statham viene de protagonizar películas que en el mejor de los casos fueron mediocres (vaya, estuvo bajo las ordenes de Uwe Boll) Quizá es la suma de todos esos defectos que la cinta traía desde su gestación que el resultado final es más que aceptable. Curioso que el vehículo de lucimiento no sea para Statham, sino para la experimentada Joan Allen. Muchos nos preguntábamos que era lo que hacía una actriz de su calibre en un proyecto derivativo y bastante menor. Bueno, lo revitaliza, lo hace interesante y brinda la mejor actuación de la cinta como la toda poderosa villana sin escrúpulos que aterroriza a los más temidos criminales dentro de una de las prisiones más salvajes.
En un futuro bastante cercano, la economía en Estados Unidos colapsa, no hay empleos y todos son criminales (casi). Las grandes corporaciones manejan las prisiones y encuentran la forma de hacerlas lucrativas. Jensen Ames (Statham) es, sin aviso, incriminado por el asesinato de su esposa y va a dar a la prisión comandada por Hennessey (Allen) donde se realiza, periódicamente, la carrera de la muerte, un serial de autos televisado de tres etapas donde el ganador (para el caso, el que sobreviva) obtiene su libertad. Ames, que resulta ser un antiguo pero estupendo corredor de autos, es invitado para tomar el lugar de un indestructible piloto enmascarado cuya popularidad eleva el nivel de audiencia del emocionante espectáculo, porque finalmente los condenados a participar son criminales en sí.
En manos del propio Anderson, los zombies no son ni temibles ni sangrientos (ni bien maquillados), los alienígenas son una triste parodia de ellos mismos y los depredadores jamás lucen tan desangelados. Alejado de la ciencia ficción, el director parece menos presionado y lo hace con confianza y soltura para sorpresa de cualquiera. La cinta avanza sin muchos tropezones, ni descalabros. La narración solo se enfoca en lo que le importa, sin distracciones. Statham y el resto de los actores secundarios (Tyrese, Ian McShane) se notan divertidos y algunas secuencias de la carrera son muy logradas.
Pero la pericia que Anderson muestra en muchos puntos parece desaparecer los últimos 20 minutos, cuando ya todo se vuelve repetitivo e irritante. Si bien la historia gira alrededor de Ames, el entorno nunca se siente amenazador ni problemático, más bien un mero trámite. El resto de los criminales pilotos caen demasiado pronto como para convertirse en un peligro latente, la resolución de las situaciones cae en lo arbitrario, las diferentes etapas de la carrera no ofrecen mucho y Joan Allen desaparece un buen metraje. Y aunque eso podría ser desastrozo (especialmente por el director) nada parece demasiado importante (ni un asesinato a sangre fría) como para ser imperdonable. Solo es cuestión de dejarse llevar y reconocer cierto esquema complaciente, poco demandante y bastante emocionante.
PS:
La verdad es que no presento mucha resistencia cuando se trata de cintas ubicadas en prisiones. A eso se le adhiere Statham, autos tuneados, persecuciones, balaceras, pues me rindo muy fácil. Además, las obligatorias chicas (de una prisión contigua) como co-pilotos, desfilando cual pasarela de modas (por supuesto, todas de muy buen ver) que mas da, diría uno.
Incluso antes del inicio de la cinta ya me sentía perdido, sin imparcialidad ni objeciones. Esto debido al avance previo. Placer muy culpable, esta cinta la espero desde ya para el próximo año. Nada nuevo, nada interesante, nada de propuesto. No. Pero mucha velocidad. ¿De que me sirve negarlo?
La verdad es que no presento mucha resistencia cuando se trata de cintas ubicadas en prisiones. A eso se le adhiere Statham, autos tuneados, persecuciones, balaceras, pues me rindo muy fácil. Además, las obligatorias chicas (de una prisión contigua) como co-pilotos, desfilando cual pasarela de modas (por supuesto, todas de muy buen ver) que mas da, diría uno.
Incluso antes del inicio de la cinta ya me sentía perdido, sin imparcialidad ni objeciones. Esto debido al avance previo. Placer muy culpable, esta cinta la espero desde ya para el próximo año. Nada nuevo, nada interesante, nada de propuesto. No. Pero mucha velocidad. ¿De que me sirve negarlo?
7 comentarios:
Joel, juro y perjuro que busque la forma de que el video no se reproduzca de inmediato pero no la encontre. Una disculpa si lo viste (aunque no se si te interese mucho, jeje)
Parece que este filme respeta muy bien a su antecesor considerado una obra de culto. Saludos!
Sale el pelón ese... Me cae bien. Cosa extraña. La veré, claro... Cuando la estrenen acá.
Se ve tentadoramente divertida, para mi, una consumidora del más extremo cine comercial jeje!
Sergio, muchas gracias pero tomé mis precauciones: le dí Pausa inmediatamente. Porque... sí: sí la voy a ver. No me pierdo ver a Joan Allen entre tomas de carritos chocones (todavía no soy fan de Statham). Cuando era niño ví la de Corman con David Carradine, me divirtió bastante.
Budokan: Si, aguanta el paseo y nada más, como se tenía planeado. Pudo ser mejor, pero también pudo ser mucho mucho peor.
Duende: ¿Cual pelón? ¿Diesel o Statham? Je, a mi me caen bien los dos.
Ana: No se, en serio, si te guste a ti, mas bien, es de mis gustos, jajaja, pero se puede ver y se pasa sin broncas en neutral.
Joel: Ah, no, pero el trailer no es de Death Race, es el que dieron en la función antes de proyectar la cinta. Velo, creo que esa si no te interesa mucho. Pero que bueno que tomaste precauciones... y ojala la estrenen pronto alla para que la revises!!
Ah, ya ví... este... sí quiero ver la de Vin Diesel: Find Me Guilty.
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