1923 - 2008



Llegamos solos y nos iremos solos.

A veces la cotidianidad genera mucho vacío, el cual se rellena con cualquier método disponible del hombre. Nos saturamos y hasta nos enfermamos de trabajo, disciplina, deportes, entretenimiento. Depositamos mucho más que esfuerzo y esperanza en cualquier actividad que realizamos, con mucha convicción de que se verán retribuciones y recompensas. No confiamos en las situaciones que pronosticamos problemáticas, aunque sean parte de una realidad palpable. Más de una vez, necesitamos de esas historias que nos comprueben, que no hay nada imbatible, nada inalcanzable, nada imposible. El dolor que pocos pueden tolerar es el que involucra perder la ilusión, puesto que finalmente, todos los planes, todos los proyectos, todos los compromisos a futuro son ilusiones. Nadie quiere abandonarlas porque estimulan mucho el sentido universal de una vida.

Probablemente una de las ilusiones más claras y más emotivas que tenía fue llegar a conocer y compartir el escenario que involucra una de mis grandes pasiones en la vida. Una pasión que se quiere volátil, poco trascendente, desechable. Las pasiones son pasiones porque no comprenden (ni quieren) los razonamientos más estructurados posibles. Son pasiones porque no respetan condiciones, limitaciones. La fanaticada es tan inevitablemente vulnerable como lo es de indestructible. Esas pasiones nunca son controladas, nunca son contenidas, son explosivas, irracionales, consumidoras. La fortaleza de esa pasión es el organismo que la transporta, la lucha de convencimiento, la motivación. Pasiones, al fin, desmedidas que aíslan los problemas reales, las dudas, las angustias.

Nunca conocí el Yankee Stadium, y se en el fondo que es una ilusión que perdí y nunca podré rellenar de nuevo. Puedo argumentar, entonces, que mi pasión no fue tan grande como creía, pero de inmediato ese engendro que he creado me tranquiliza. No todas las ilusiones están diseñadas para cumplirse, muchas están diseñadas para perderse.

Pocos lugares han sido tan emblemáticos para mí, tan envolventes, tan relajantes. El béisbol siempre tuvo esa silueta, esa figura, ese logo. Ese terreno en forma de diamante era mucho más que un campo, era una ilusión y una vivencia muy personal. Era el elemento común de un deporte, de una fanaticada. Era el sonido no de una ciudad ni mucho de menos de un solo país. Fue la imagen de la clase, de la categoría de un equipo que carga con la esperanza de millones: la esperanza de despertar con mejor ánimo, de correr con más determinación, de poner en marcha tanta ilusión pendiente se tenía.

Todo tiene fecha de caducidad. Todo tiene un final. El final llego en una temporada dolorosa, perdedora y angustiosa. Pero el final estaba marcado y estudiado. Pocos fueron los afortunados en llegar, aún menos fueron los afortunados en salir. 85 años que resguardaran demasiados sucesos para siquiera tratar de analizarlos. Eventos que ni siquiera tienen que ver con lo deportivo, lo religioso, lo espectacular. El evento de alguien que conoció por primera vez a alguien, alguien que perdió a alguien más. La ilusión de quien de pequeño se entreno para estar ahí y de quien nunca lo consiguió. Ilusión de quien perdió mucho y recupero un poco. El hombre que lloro al ver perder a su equipo, pero no lloraba solo por eso, lo hacía por la acumulación de preocupaciones y angustias que le saturaban. El primer beso de alguien, el último de otro. La desilusión, la tristeza, la emoción, la furia. Nada se contenía, nada se prohibía, nada se excluía. Fue el hogar de un equipo de béisbol, fue la casa de mucha gente que ni el deporte le interesaba.

Uno de los escenarios más reconocidos se convirtió en el más respetado. Su final tuvo que darse de una forma u otra. Y aunque perdí mucho más de lo que creía cuando vi frustrada esa, una de mis más grandes ilusiones, se que nunca estuvo destinada para cumplirse. Todo lo que me queda es el vacío, que se llena cada segundo con lo que me dejo, con lo que me brindo, con la sonrisa que pude robarle.

Y aunque podría seguir intentando llenar ese vació con palabras, deportivamente el mejor recuerdo que le quite a ese lugar fue la angustiosa victoria en entradas adicionales al más odiado y dependiente rival: Boston. El cuadrangular de Aaron Boone que dejo tendidos a los Red Sox y que los eliminaba de la Serie Mundial. En ese momento, en ese majestuoso momento, alguien esta cumpliendo una ilusión desde la tribuna. Y alguien más, la estaba perdiendo

7 comentarios:

Joel Meza dijo...

"El hombre que lloro al ver perder a su equipo, pero no lloraba solo por eso, lo hacía por la acumulación de preocupaciones y angustias que le saturaban."
Exactamente, Sergio. He ahí la naturaleza de muchas de nuestras lágrimas. Qué buena despedida.
(Te comentaba en cinevertigo que te recomiendo el artículo de despedida al Yankee Stadium del Poeta Jesús Ramón Ibarra, la liga en mi blog o en cinevertigo -"¿Poesía y Futbol?", lo etiqueta Ernesto.)

Chery dijo...

LO QUE ME A QUEDADO CLARO DURANTE ESTE PAR DE DIAS, ES QUE YO TENGA UNA FUERTE DEPENDENCIA A TU EQUIPO Y NO POR LAS MISMAS RAZONES, CREO QUE EL HABER CRECIDO EN DONDE LO HICIMOS Y COMO LO HICIMOS NO PODRIA SER DE OTRA MANERA.
AL FINAL QUE SERIA DE MI AÑO SIN ESE FELIZ DIA EN EL QUE PUEDO BAILAR CUANDO LA PIZARRA NO FAVORECE A LOS DEL BRONX. HONESTAMENTE SIENTO MUCHO TU PERDIDA, CREO ENTENDER PERFECTAMENTE EL SENTIMIENTO.
SALUDOS. ESTUVO BUENO, INNECESARIO EL VIDEO! PERO MUY BUENO.

Möbius el Crononauta dijo...

Adiós a una institución, que por culpa del metro o por mi despiste apenas atisbé... todo pasa.

mike dijo...

"No todas las ilusiones están diseñadas para cumplirse, muchas están diseñadas para perderse."

enorme frase mi buen Sergio , y un excelente post ...

aunque me declaro seguidor de su odiado rival , debo reconocer que esta es una gran perdida no solo para el baseball si no para el deporte en general , no hay estadio en el mundo con tanta historia ...

Igor Von Slaughterstein dijo...

Terrible!! En otro orden de cosas, ay, esos Red Sox, eternos perdedores entrañables.

Saludos!!

mike dijo...

¿ eternos perdedores ?

7 series mundiales no creo que sean de un equipo perdedor

ademas irle alos Yankees es como irle alos vaqueros de Dallas o al America o al Real Madrid ....

jajaja que Ironia

adayin dijo...

Joel: Ya lo cheque, que envidia la del papa del poeta, en serio.

Ana: Pues la perdida fue la ilusión, no tanto el recinto. Aunque el beisbol no se vera igual a partir del proximo año, para bien o para mal.

Mobius: Si, caray... que cerca estuviste...

Igor: Jeje... yo lo queria decir

D: Oh, tampoco se lleve asi. ¿Igual que el América? Perate, perate, todavia en los perros hay razas. Un abrazo mi buen