Alone in the park


La pasión que podemos sentir por una personalidad (de la música, del cine, de los deportes, de la ciencia, de la religión) es, en muchos casos, de tal magnitud que puede llegar a se dañina. Es una pasión que desenfrena actitudes, posturas e ideologías. Puede ocasionar rupturas, desencantos, pleitos y un sin fin de situaciones. De una u otra manera, es evadirse unos momentos de la realidad.

Yo encuentro muchas cosas para evadir la realidad. Y esas cosas banales me provocan tantos dolores de cabeza, mucho peor que lo que me provocaría la realidad. Nada más tengo que acordarme de la mentada liga de futbol fantastico que tanto sufrimiento me dejo. Una vil liga por Internet, que no aspiraba a nada, se convirtio por muchas semanas en mi obsesión que arrastro todo lo que tenía. Una vez que he perdido, viene la depresión y la resaca.

La referencia al deporte no es gratuita. Algo esta pasando con los deportes a nivel mundial . El deporte mexicano cada día muestra una faceta que ya muchos conocían, aquella que demuestra que el deporte como negocio es más importante que el deporte como tal. Siempre el negocio es y será el aspecto importante.

El problema es que ahora, dentro de la finalidad de alcanzar cierto éxito (como negocio), se ha salido fuera de control. El problema del problema es que se ha convertido en lugar común. Es casi avalado por las autoridades deportivas. Y es casi aceptado como público.


Ese problema, que se genera al partir de la base de deporte como negocio, siempre ha existido. En algún momento tomo la forma de apuestas, equipos que aceptaron dinero por perder. En otro momento, atletas de dudosa procedencia (como se quiera interpretar). Algún momento, deportistas cuya vida privada era desastroza. Jugadores adictos al crack, suicidas, alcohólicos, violadores. Mike Tayson, Maradona, Kobe Bryant, Isaiah Tomas, Pete Rose, Ben Johnson y un largo etcétera.



¿Donde quedaron jugadores de elite, dentro y fuera de las canchas? ¿Dennis Martinez, Michael Jordan, Larry Byrd? Atletas que por encima de sus enorme habilidades deportivas, eran (o parecen ser) personas íntegras. Personas que eran de admirarse, de servir de ejemplo (aunque para llegar a eso, la mercadotecnia tiene mucho que ver)

Millones de dólares que se reparten a los jugadores por su desempeño, por uno sobresaliente, fuera de los estándares. Aquel que llene estadios, venda playeras y genere utilidades abrumadoras.

En días recientes, la NFL, con su aprobación a la trampa del equipo de New England y su vista gorda a sus campeonatos. En México, toda la porquería que evidenció Ana Guevara (aunque ella en su momento, estuvo de acuerdo con tanta maña). Y en la pasada semana, el beisbol.


Es por demás sabido, que el amor que le tengo a dicho deporte, me supera. Rebasa mis propias expectativas. Y podría escribir mucho sobre el cariño que le tengo. Por eso, la noticia (o el hecho que se haya filtrado) me impresiono mucho mas.

El uso ilegal y descontrolado de sustancias que incrementan el desempeño y rendimiento físico es el tema en boga, dentro de la MLB.

El primero en la mirilla fue el controvertido cubano, José Canseco. Formidable pelotero y poderoso bateador en la década de los ochentas y principios de los noventa. Llego a ser el jugador más popular del deporte, por su carisma, su fortaleza y los records que rompió, en su momento, los más importantes.

Con los años su carrera atraveso un lapso de mediocridad que lo llevo a varios equipos, casi en todos como suplente, hasta que lo atraparon en la movida. Adicto a todo tipo de esteroides, Canseco se vio acorralado, y reconocio su falta. Una breve temporada en prisión, le llevo a reconstruir su historia, sus memorias, en un libro, el controvertido Juiced, en el cuál acusaba a cuanto pelotero conocía, practicamente.

Dicho libro, logro hacer por Canseco, lo que toda la década de los noventas intento en el deporte, ponerlo en el ojo público como nunca lo había estado. Canseco había tratado de limpiar lo poco que se podía limpiar de su imagen y bien que mal, lo logro. Sin embargo, las acusaciones que lanzó contra tantos peloteros, entre ex-compañeros suyos, desato muchas cosas: odio, envidia, veto, mentiras e investigaciones. Sus revelaciones, para muchos ya sabidas, lo convirtieron en enemigo del deporte para aquellos que idolatraban el deporte. Dos de sus blancos principales durante todo el libro, fueron dos jugadores que lo persiguieron durante sus mejores años y lograron hacer historia dentro del deporte. Su ex-compañero, Mark McGwire y su rival, Barry Bonds.


A mediados de los noventa, el beisbol presento una huelga sin precedentes, que obligo algo que ni la Segunda Guerra Mundial provoco, la suspensión de la temporada. El incidente parecía sepultar al deporte para siempre. La popularidad cayo en picada y parecia que nada podría salvar la situación. Hasta que aparecio la temporada majestuosa de la competencia de cuadrangulares. La carrera entre Sammy Sosa y el propio McGwire que logro una expectación nunca antes vista y regreso al deporte a niveles de popularidad insólitos. Sosa y McGwire lucharon por el record de home-runs toda la temporada, siguiendose muy de cerca, hasta que una noche, enfrentandose los equipos de ambos (Chicago y San Luis) McGwire desbanco al anterior poseedor del record, Roger Maris y se convirtio en una de las noches mas legendarias de la historia del deporte.



Los años hicieron que ese record pronto quedara como un mero recuerdo, con la presencia de Barry Bonds, otro de los grandes implicados en el debate de los esteroides. La historia de Bonds dista de ser similar a la de Big Mac. A Bonds se le acuso de usar hormonas de crecimiento humano antes de romper ese record. Su presencia causaba rechazo, aplausos, abucheos e indignación por igual. Una vez que Bonds destrozo el record de McGwire, la famosa pelota con la que lo consumo, fue marcada con un asterisco, señalando que era de dudosa procedencia.

Pero lo más indignante del asunto es la supuesta "seriedad" que esta investigación ha llevado. El ahora muy mencionado reporte Mitchell parece demostrar algo que nadie sabía o sospechaba. Me pregunto si en realidad nadie noto la diferencia. O el crecimiento brutal de ciertos jugadores era cuestión de magia. Vamos, nada más comparen estas dos fotografías:





Fisicamente, Bonds no puede parecer más diferente. El caso McGwire es aún más sorprendente. El tamaño que Big Mac adquirio en tan solo dos temporadas provoco que mas de uno levantara las cejas.



El record que ambos quebraron contribuyó en que los demás deportistas (no solo del beisbol) constatarán que era posible destacar haciendo trampa (nuevamente menciono el caso de los Patriotas). Que incluso era válido, que era capaz de conseguir contratos que jamas soñaron.



El reporte que se llevo durante 20 meses, determino que el abuso (y descontrol) de los esteroides y sustancias que eleven el desempeño se ha venido llevando a cabo por lo menos durante la pasada década. Todos los equipos de las grandes ligas tienen cuando menos a un jugador involucrado en el consumo de sustancias prohíbidas.
Resulta ser que se hace este reporte, por el bien mayor (muy en el estilo de película Hot Fuzz). Es un brutal golpe al deporte, pero que ayudará a recuperar la credibilidad, honradez y elegancia del mismo. Además de tratar de prevenir a los jovenes que pretendían hacer uso de esas sustancias.

¿Es el beisbol el único deporte? Por supuesto que no. Todos los deportes incluyen a un jugador que incurre a las sustancias para elevar el rendimiento. La NFL, el fútbol soccer, el tenis, la natación, gimnasia, box, lucha y cualquier deporte que exista.

El jugador sabe que un desempeño sobresaliente le conseguira mejores contratos, mejores patrocinios y una gran cuenta en el banco. ¿Porque negarse a incurrir en eso? ¿no es ese la finalidad de cualquier deportista? ¿destacar, brillar, cobrar? ¿no es la finalidad de cualquier ser humano?



Ahora resulta que nadie lo sabía, que nadie estaba enterado, que se habían tomado todas las medidas necesarias. La lección: se vale hacer trampa, siempre y cuando las autoridades puedan controlarlo. Es decir, los verdaderos responsables de provocar eso, ahora son los heroes que dicen controlaran el problema, que dicen castigaran a los culpables.



La ambición es un peligro. Las cabezas de cada delegación deportiva lo sabe.

Es un doloroso capítulo para uno de los pasatiempos más populares en el mundo. Siempre uno siente empatía con los débiles. Es naturaleza humana. ¿Estarán todos nuestros ídolos destinados a caer? ¿quedarán después de esto?

Por años, admire a Roger Clemens. Es él quien esta en el centro de la controversia. Lo que Clemens ha logrado, nunca nadie lo logrará. ¿Lo hizo con trampa? No lo se. No quiero saberlo.

Pero el desastre apenas comienza.

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