The Joker: Graphic Novel


Él contaba una anécdota sobre un hombre obsesionado con recorrer el mundo en un día, a bordo de un auto. Habiendo fracasado en innumerables intentos, el hombre se sentó a un lado del camino, maldiciendo su mala fortuna. Apareció un samaritano pensando que tenía problemas. El hombre asesino al samaritano y a todas las personas que venían a bordo de su auto. Lo tomo y espero a que el sol se ocultara, para intentarlo de nuevo.

Evidentemente jamás lo logro y jamás se supo que fue de él. Lo interesante de la anécdota resaltaba en el hombre, quien culpaba a los autos de no conseguir su objetivo. Jamás cruzo por su mente que lo que el creía poder hacer era imposible.


La historia es contada por uno de los villanos favoritos del año y quizá uno de los más admirados en el tiempo: El Guasón en la novela gráfica The Joker, escrita por Brian Azzarello, creador de 100 bullets, Hellblazer y Primer.

Muy en la línea de The Dark Knight (2008, Christopher Nolan), Azzarello presenta a un Joker, recién salido de Arkham cuya única intención será recuperar lo que considera suyo, Ciudad Gótica. Si en algo casi todos se han reunido en aplaudir la cinta de Nolan fue la reinvención de todo el entorno del súper héroe, especialmente el de su Némesis. Ver a este renovado y violentísimo criminal en esta nueva entrada de Azzarello al mundo del murciélago, es mucho más impactante que placentero. El villano ha dejado de ser el desquiciado pero simpático antagonista para convertirse en un desequilibrado bipolar que parece cuestionar todo a su alrededor, pero se revela paulatinamente como un alma controladora de todo lo que tiene que enfrentar. Finalmente, lo odia todo, lo desprecia todo, la humilla todo. Avanza sin mucho cuidado, sin dudas, sin aviso.

Anteriormente, el escritor fue responsable de otra lujosa narración de otro de los villanos más reconocidos, Lex Luthor. Ahora, con mucha precaución, recorre los movimientos del psicópata solo que desde el punto de vista externo, desde la perspectiva de un miembro de su banda, quien, llevando de la mano al lector, se impresiona y se emociona en los primeros encuentros con el villano, se siente parte de algo mucho mayor que él, ambiciona una posición más poderosa y al llegar a ella, rebota contra una realidad que, aunque predecible, no quería notar. La simpatía y la lealtad que el individuo siente hacia su nuevo patrón produce que todos admiremos sus decisiones y sus acciones hasta poder reconocer que no había nada plausible, nada concreto, nada de que sentir orgullo.

Aunque la historia gira en torno a ese personaje y al propio Joker, Azzarello se da el lujo de presentar a varios personajes para emoción de los fanáticos, dentro de ese oscuro mundo que ha desarrollado (Harley como una bailarina exótica, The Penguin como un cuidadoso defraudador y The Riddler… a bordo de un BMW)

La teoría tendría que cuestionar porque el amor desmedido hacia el personaje. Todas sus acciones son rechazadas por el común social, son despreciables y son destructivas. A todos nos gusta verlo desde un lugar a salvo. Sin embargo, la falta de filosofía en el villano produce una sensación de libertad que nosotros desconocemos. No hay ataduras, no hay remordimientos. El temperamento de Joker cambia a cada segundo, donde pasa de asesinar a sangre fría a una pareja (solo por diversión), a las lágrimas desmedidas y deprimidas, para después violar a una mujer que acaba de rescatar.

La curiosidad de la anécdota que se atreve a narrar, la del hombre y su auto, logra adentrarse en lo más profundo del lector, cuestionando si solemos culpar las deficiencias de nuestro entorno. O simplemente evadimos cualquier responsabilidad que enfrentamos.

The Joker es una impresionante obra, sin tener que narrar un inicio ni un final. De tal suerte que uno de los personajes más emblemáticos ha revelado tener mucha historia que contar. Y a nosotros, la realidad de que solemos ser curiosos, solo para no probar.

Muy recomendable

I was born under unusual circumstances



Francamente, el cine en el 2008 ha sido por demás miserable. Pocas cintas interesantes se han proyectado tanto en corridas comerciales, festivales, re-estrenos y demás. Uno busca en otros rincones que no sea el americano y tampoco encuentra mucha diferencia. Indudablemente, el cine comercial chatarra hollywoodense también sirve como motor a la escena independiente y de tal vínculo, cuando el mayor esta enfermo, el pequeño también padece algunos males. Acercándose el fin de año y los inevitables listados de sucesos de toda índole durante el año, no es de sorprender que las mejores cintas que se han estrenado en México pertenezcan a años anteriores, cintas que se relegaban o cedían espacio para producciones mayores y que derivado a la poca calidad mostrada, se estrenaban sin mucho ruido ni interés (una lastima porque fueron cintas de asombrosa factura)

Pero no todo lo perdido es malo.

Cualquiera se sentiría orgulloso de haber pertenecido a la “Generación Perdida”, aquella que incluía a William Faulkner, Ernest Hemingway, F. Scott Fitzgerald y varios escritores más.

Será una adaptación de este último la que se proyectara a finales de año, con la esperanza de muchos de que rescate todo lo previo a ella. The Curious Case of Benjamín Button es dirigida por David Fincher, en sus créditos destacan Brad Pitt y Cate Blanchett y es escrita por Eric Roth (responsable, entre varias, de Munich, The Insider, The Horse Whisperer)

Del compilado Tales of the Jazz Age (1922), la cinta se basa en el cuento corto del mismo nombre, donde un hombre que, en lugar de envejecer, rejuvenece con el paso del tiempo.

Fitzgerald mencionaba lo triste que era notar que la mejor parte de la vida es el inicio y la peor viene con el final. De ahí la motivación de tan curiosa historia. Desafortunadamente, la cinta no tiene fecha de estreno en México, aunque parece ser que será a finales de Enero de 2009 cuando pueda ser proyectada




The Grapes of Death



Algo seguro parece decir. Cuando el entorno este rodeado por zombies, el mayor peligro aparece cuando se encuentra a los humanos sobrevivientes. Elizabeth corría “alrededor” de la villa con los seres putrefactos, de un lado a otro, tropezando con ellos, esperando que se reunieran y tratando de encontrar una salida. En ese momento, con los engendros pisándole los talones, una mujer sin rastros de infección la rescata y se ofrece para acompañarla a la salida del lugar. Ahí empieza el verdadero problema.

Jean Michel Rollin es el director de Les Raisins de la Mort (mejor conocida como The Grapes of Death), cinta que por muchos años se consideró una ventajosa copia europea de la obra de George A. Romero, Night of the Living Dead. Elizabeth y Brigitte viajan a bordo de un tren hacia el sur de Francia cuando son atacadas por un hombre en plena descomposición, sin visible motivación. Brigitte es asesinada pero Elizabeth logra escapar del tren y acabar en una villa desolada, cuyos habitantes parecen haber contagiado una enfermedad que los convierte en asesinos psicópatas cuyos cuerpos se degradan rápidamente.

Rollin cuenta que de niño, su madre lo llevo a una sala donde el póster anunciaba que exhibían un western. Una confusión (el póster mostraba la cartelera de una semana después) lo acerco al tópico que llevaría a su expresión cinematográfica característica. La doble función exhibía una cinta de Frankenstein y la otra de Drácula. Rollin siempre percibió el sensualismo del vampiro y lo llevo a un extremo que probablemente solo él comprendía. De tal forma, su primer cinta Le Viol du vampire (The Rape of the Vampire) recibió toda clase de criticas, abucheos y hasta verduras que le llovieron a la pantalla. Rollin, por supuesto, sucumbió pero no se rindió. Recorriendo dos claros caminos, el cine de horror y el cine pornográfico, trato de juntar ambos mundos en un solo género, el cual por años se conoció como French X-Rated. No importaba si eran vampiros, colegialas o pobladores poseídos, siempre encontraba un espacio para derrochar el erotismo y la violencia como un solo escenario.

No es de extrañar entonces que el personaje más confuso e intimidante de la cinta sea protagonizado por la estrella porno Brigitte Lahaie, evidenciando que hay algo de seducción entre tanta destrucción. Elizabeth busca salir de ese lugar, la desesperación le invade por el deseo de reunirse con su prometido, supervisor de un viñedo que aparentemente es la causa de la deformación de los pobladores. El término zombie no es necesariamente correcto. Aunque las características tienen más de una similitud, los pobladores enfermos aún luchan por esa vaga sensación de consciencia y de pertenencia. Aun se recuerdan humanos, aun tienen sentimientos de amor hacia sus prójimos y aun luchan por reprimir esos repentinos ataques de locura (algunos hasta ayuda piden) Pero la naturaleza del contagio es brutal y ni siquiera un poblador puede detenerse de decapitar a la mujer que ama.

Es indudable destacar las notables fallas en todo el relato. Rolle nunca destaco por interesarse en la historia, los diálogos ni las situaciones, más bien entrega su esfuerzo en la puesta en imágenes que en varios puntos es destacada. No es de extrañar, quizá debido a eso mismo, que la película haya envejecido terriblemente y que descubrirla en estos tiempos parece un retroceso. Sin embargo, el proyecto es demasiado divertido y elegante como para pasar desapercibido, no importa el recorrido que tenga y las cicatrices que obtuvo en el trayecto.


The Grapes of Death (1978)

Dir. Jean Rollin.
Guión: Christian Meunier
Con: Marie George Pascal, Serge Marquand, Patricia Cartier, Brigitte Lahaie

La Casa



Bienvenidos a mi casa
Reglas de la casa:
1. Dios vino a mi casa y yo le
maté.

Jack y Stephanie son una pareja con miras a la separación, dirigiéndose a una importante cita. En el camino sufren un accidente que deriva en su súbita visita a una antigua casa de huéspedes, esperando poder resolver el percance al siguiente día. En la casa se encuentra otra pareja (con sus problemas individuales) que sufrieron de la misma suerte momentos antes, quienes también han quedado varados en ese paraje desolado. La casualidad hace que los cuatro personajes duden de su situación especialmente al enfrentarse a sus anfitriones, una pequeña familia de fanáticos religiosos y de costumbres fuera de lo común.

A esto se le añade un asesino experimentado que desde los exteriores de la casa, los involucra en un juego que se quiere disciplinado, recorriendo una serie de reglas, enfrentamientos personales y ajenos, pasillos interminables, puertas succionadoras, clones, una niña y mucha niebla negra.


2. Mataré a cualquiera que venga a mi casa, así como maté a Dios.

Responden a los nombres de Frank Peretti y Ted Dekker y son los autores de esta insufrible e infantil historia de “horror” religioso o el intento de una. Elementos en la vida personal de ambos escritores han encontrado una similitud. No solo que ambos publiquen para la misma editorial, que sean amigos o que sus historias de elementos sobrenaturales tengan patrones parecidos. Ambos se toparon en alguna experiencia de su vida que los llevo a acercarse de manera más comprometida a lo religioso. Es probable que no sean autores tan reconocidos, pero en el mercado de novelas cristianas, ambos son extremadamente respetados. Separo, como concepto, el mercado cristiano puesto que de alguna forma han plantado ciertas barreras (eso es lo que yo se, no es un hecho)

En estos casos, no sería una locura afirmar que deberían reforzar esas barreras. Manteniendo distancia con el aspecto religioso, la historia se debilita a cada vuelta de página, cada repetitiva situación que se plantea se siente estorbosa, sospechosa, los personajes parecen unidimensionales y ejemplares dignos de cualquier estereotipo de escritor frustrado, cantante frustrada, psicóloga frustrada y otro frustrado. Algo bastante elemental han olvidado ambos autores, el villano no es imponente solo por portar una máscara o porque sus pisadas resuenen y hagan eco en cada rincón de la casa (mucho menos porque sangre su malvada niebla negra), el villano es inclemente, inmisericorde y aterrador por la motivación que lo empuja y por la respuesta de sus victimas. Ojala existiera una motivación para los personajes y no solo hacerlos correr, llorar y gritar a la menor provocación.

Y es que no solo se trata de toda la escasa emotividad que la anécdota destila, sino de la escasez de recursos de los personajes. Es cierto que el elemento sobrenatural de cualquier novela genera opiniones muy encontradas y que para mantener cierta coherencia deben desconocer lo probable o lo posible. Pero me resulta repugnante que ante tanta situación sobrenatural, los personajes tarden dos capítulos reclamándose y diciendo: vamos por acá, no por allá, que no por acá, te digo que por allá, bueno por atrás, mejor enfrente.

En el mejor momento de la historia (cuando inevitablemente uno solo se queda para reír de la ingenuidad exagerada de cada personaje) aparece una niña, una guía quien asegura que no la han escuchado y por eso están involucrados en esa situación de pesadilla. Uno entiende la arbitraria aparición de ese personaje, siendo que es el único que habla un idioma (y no solo balbucea preguntas del tipo ¿Qué esta pasando? ¿Iremos por este camino o por este otro? ¿Pero quien ha hecho ese ruido?, Oh pero ¿Por qué a mi?), pero se cuestiona porque le otorgan ese tipo de información y desmeritan el poco interés que presentaba la embrujada casa.

3. Denme un cadáver y tal vez yo decida prescindir de la regla dos.
El juego termina al amanecer.

El psicópata que les ha enviado (vía una lata y por eso se llama Hombre de Hojalata) las instrucciones se presenta como el ente controlador de toda la aventura, atento a cada movimiento, entendiendo y previendo los movimientos de las víctimas, cómplice con la propia casa. Espectador que provoca (por medio de sus pisadas) un terror absoluto, que aunque carece de cualquier característica de personalidad, emite las pocas ideas interesantes de la novela. Su especulación es tratar de doblegar el espíritu de las parejas y provocar que se asesinen entre ellos… ¿O no? Porque ya cercano el final, su incredulidad y torpeza sobrepasa a la de sus victimas en uno de los descenlaces más parciales, tajantes y derivativos que recuerdo haber leído alguna vez.

El gran problema es que, al igual que sus personajes, ningún autor tiene el menor control sobre la vida propia de la historia y las extensiones que por naturaleza presenta. Siendo duro, de los dos autores no se hace uno digno. No parece haber ningún elemento que identifique la pericia (o ausencia de ella) narrativa de alguno y el capítulo que sigue es la copia del anterior, solo cambia un personaje y un cuarto, con los mismos diálogos austeros que debido a su constancia, desesperan al lector al grado de querer desistir de la lectura.

Si Peretti o Dekker tienen una base de leales fanáticos, la recomendación sería que se esmeren en conservarlos a cualquier costo. Así sea una secuela de este ridículo y plano ejercicio (con su final dizque abierto) o sermoneando a todos los seres humanos por pecadores. Su demostración de “la paga del pecador” observada en esta historia, hace que uno se pregunte si el pecado los incluye a ellos.
D

Cover + Movie


Contradicción aparte: no me gustan los remakes, pero si me gustan los covers. Algunos, no todos, eh. Temáticamente, ambos homenajes o reelaboraciones tienen los mismos patrones y el mismo concepto. Son, finalmente, reinterpretaciones (a veces homenajes) de cintas y canciones realizadas previamente.

Aprovechando la breve platica que tuve con un gran amigo, nadie es el nuevo Pink Floyd, el nuevo Led Zepellin, el nuevo Iron Maiden, el nuevo The Cure, ni siquiera el nuevo Kiss. Pero muchos grupos recientes, y no tanto, son galardonados o condenados bajo la comparativa con los grupos grandes de antaño, sonidos, letras, evolución, etc. Resulta injusto realizar comparaciones de esa índole y ensombrecer el trabajo de tal o cual artista. Aunque algunos grupos aprovechan esa ola de comparaciones para crear su propia personalidad o su propio ejercito de fanáticos leales. Efectivamente, casi todos los grupos de la actualidad conservan esquemas similares a los grandes monstruos clásicos. Quizá lo que cambia, en beneficio o no, es el público joven consumidor y desmedido que se apasiona como parte natural del crecimiento. Es curioso entonces escuchar a The Strokes “coverear” en sus conciertos canciones de Marvin Gaye o Lou Reed. A Pearl Jam haciendole honores a The Who y demás ejemplos. Algunos solo llegan a los oídos de los asistentes al evento, otros salen de ahí a formar parte de nuevas grabaciones y otros, de plano, son por encargo.

Nos gustaran o no, el cover (como el remake) seguirá produciéndose incansablemente. Muchos lo consideran un sacrilegio, a otros les parece una buena colaboración. Lo único cierto es que aún no he escuchado algún cover que supere la original (no, ni siendo fan de Sonic Youth, su versión de Superstar me parece inferior)

Algunas películas presumen en su soundtrack, la versión covereada de tal canción por el artista de moda del momento. Como en este blog nos encanta el cine, aprovechamos para compartir algunas canciones que aparecieron en discos promocionando una cinta, reinterpretadas por grupos o solistas que en su momento eran la sensación (algunos siguen siéndolo) Salvo la versión de “My Way”, todas fueron grabaciones originales para esas bandas sonoras.


1. Sympathy for the Devil – Guns ‘n Roses
Original de The Rolling Stones (Interview with the Vampire, 1994, Neil Jordan)

2. Mad World – Gary Jules
Original de Tears for Fears (Donnie Darko, 2002, Richard Kelly)

3. Dancing Barefoot – U2
Original de Patti Smith (Threesome, 1994, Andrew Fleming)

4. Across the Universe – Fionna Apple
Original de The Beatles (Pleasantville, 1998, Gary Ross)

5. Lovesong – 311
Original de The Cure (50 first dates, 2004, Peter Segal)

6. My Way – Syd Vicious
Original de Frank Sinatra (Godfellas, 1990, Martin Scorsese)

7. Heroes – The Wallflowers
Original de David Bowie (Godzilla, 1998, Roland Emerich)

8. Another Brick in the Wall pt. 2 – Class of ‘99
Original de Pink Floyd (The Faculty, 1998, Robert Rodríguez)

9. Dead Souls – Nine Inch Nails
Original de Joy Division (The Crow, 1994, Alex Proyas)

10. I’m waiting for the Man – David Bowie
Original de Lou Reed (Almost Famous, 2000, Cameron Crowe)

Por fin en México!!!


La arbitraria leyenda decía que el vocalista de la banda, en su primer visita a México (donde tocaron en una vil bodega frente a 12 personas por alla de 1994) sentado dentro de un table dance entro en una nueva gran depresión (que le dan seguido) después de ver a una bailarina poco agraciada haciendo sus raros movimientos bajo la música de su sencillo "Creep". Dicen que por eso, por ese recuerdo, la banda no tocaría nunca en México.

La verdad es que todo el viaje fue catastrófico y la experiencia les dejo bastante incomodos. Hace poco más de 6 años se afirmaba que otra banda jamas tocaría suelo mexicano. Quizá su argumento era un poco más confiable: su guerra personal contra el monopolio que domina la organización y lucratividad de todos los conciertos en el país (o el Amo de los Boletos). Vinieron, tocaron y clonaron el mismo show 2 veces más. Dos años más tarde regresaría Eddie Vedder y compañía después de probar la emotividad (y el despilfarro de dinero) que el publico mexicano genera en cada tocada.

Así se van muriendo los rumores. NIN, Depeche Mode, Pearl Jam, Madonna y varios más ya tocaron en estas tierras, cargando la afirmación de muchos de que jamas lo harían.

Yo soy uno de los que juro que la banda que anuncia su concierto para Marzo de 2009 jamás tocaría. Amor desmedido a su música se combinaba con un odio desenfrenado a su rechazo (mamones, mierderos, divas eran palabras que salían de mi cuando pensaba en Yorke y su rechazo por tocar en el país) Todo eso ha desaparecido milagrosamente, jeje, jamás fue un sentimiento tan honesto, era pura envida e impotencia.

Si es una enorme noticia, pocas se dan de este tamaño (musicalmente hablando) que Radiohead regrese a México después de años de ausencia, de exito y de una extraña conexión con el público mexicano. La que se dice es la mejor banda sobre el planeta en la actualidad, tocara el 16 de Marzo de 2009 en el Distrito Federal (y aparentemente también el 17 y 18)

Con Radiohead es complicadísimo elejir una canción. Favorita o considerada la mejor, el repertorio es tan amplio (y su música tan variada) que uno se siente muy incapaz de elegir una, pensando en todas las que dejara fuera. Sin embargo, me armo de valor y pongo el video de una de las canciones que más me gustan de ellos. Una de las primeras que escuche, del disco The Bends, es también una de las más comerciales (para bien y para mal) pero me trae muchos gratos recuerdos.

A la ansiosa espera de Marzo 09, el video del asalto (canción que seguramente ni tocan en la gira... si son un poco divas, pero se les admira y adora como se debe):


Dir. Paul Cunningham

Death Race



La tendencia parece predecir que Jason Statham se quedará en el papel de duro, brutal y musculoso personaje que puede sortear tanto conflicto se le atraviese. Pero siempre viéndose bien (o cool, si se quiere) La saga de The Transporter pareciera no tener fin, se estima el próximo estreno de la secuela de Crank (con todo y que el personaje aparentemente murió) y seguro repetirá su papel de segundo al comando en la secuela de The Italian Job. La verdad es que sus personajes parecen ser la continuación del previo, solo que con esteroides. Hay que aceptarlo, tampoco le queda nada mal al antiguo nadador profesional, luchador de MMA y experto en Kick Boxing.

Death Race (Paul W.S. Anderson, 2008) se pensaba como el nuevo vehículo de lucimiento para el actor y también una perdida de tiempo. El director Anderson tiene un catalogo de ineficiencia y pésimas cintas, la cinta se trata de un remake más (ahora de una cinta de culto producida por el legendario Roger Corman) y el propio Statham viene de protagonizar películas que en el mejor de los casos fueron mediocres (vaya, estuvo bajo las ordenes de Uwe Boll) Quizá es la suma de todos esos defectos que la cinta traía desde su gestación que el resultado final es más que aceptable. Curioso que el vehículo de lucimiento no sea para Statham, sino para la experimentada Joan Allen. Muchos nos preguntábamos que era lo que hacía una actriz de su calibre en un proyecto derivativo y bastante menor. Bueno, lo revitaliza, lo hace interesante y brinda la mejor actuación de la cinta como la toda poderosa villana sin escrúpulos que aterroriza a los más temidos criminales dentro de una de las prisiones más salvajes.

En un futuro bastante cercano, la economía en Estados Unidos colapsa, no hay empleos y todos son criminales (casi). Las grandes corporaciones manejan las prisiones y encuentran la forma de hacerlas lucrativas. Jensen Ames (Statham) es, sin aviso, incriminado por el asesinato de su esposa y va a dar a la prisión comandada por Hennessey (Allen) donde se realiza, periódicamente, la carrera de la muerte, un serial de autos televisado de tres etapas donde el ganador (para el caso, el que sobreviva) obtiene su libertad. Ames, que resulta ser un antiguo pero estupendo corredor de autos, es invitado para tomar el lugar de un indestructible piloto enmascarado cuya popularidad eleva el nivel de audiencia del emocionante espectáculo, porque finalmente los condenados a participar son criminales en sí.

En manos del propio Anderson, los zombies no son ni temibles ni sangrientos (ni bien maquillados), los alienígenas son una triste parodia de ellos mismos y los depredadores jamás lucen tan desangelados. Alejado de la ciencia ficción, el director parece menos presionado y lo hace con confianza y soltura para sorpresa de cualquiera. La cinta avanza sin muchos tropezones, ni descalabros. La narración solo se enfoca en lo que le importa, sin distracciones. Statham y el resto de los actores secundarios (Tyrese, Ian McShane) se notan divertidos y algunas secuencias de la carrera son muy logradas.

Pero la pericia que Anderson muestra en muchos puntos parece desaparecer los últimos 20 minutos, cuando ya todo se vuelve repetitivo e irritante. Si bien la historia gira alrededor de Ames, el entorno nunca se siente amenazador ni problemático, más bien un mero trámite. El resto de los criminales pilotos caen demasiado pronto como para convertirse en un peligro latente, la resolución de las situaciones cae en lo arbitrario, las diferentes etapas de la carrera no ofrecen mucho y Joan Allen desaparece un buen metraje. Y aunque eso podría ser desastrozo (especialmente por el director) nada parece demasiado importante (ni un asesinato a sangre fría) como para ser imperdonable. Solo es cuestión de dejarse llevar y reconocer cierto esquema complaciente, poco demandante y bastante emocionante.


PS:

La verdad es que no presento mucha resistencia cuando se trata de cintas ubicadas en prisiones. A eso se le adhiere Statham, autos tuneados, persecuciones, balaceras, pues me rindo muy fácil. Además, las obligatorias chicas (de una prisión contigua) como co-pilotos, desfilando cual pasarela de modas (por supuesto, todas de muy buen ver) que mas da, diría uno.

Incluso antes del inicio de la cinta ya me sentía perdido, sin imparcialidad ni objeciones. Esto debido al avance previo. Placer muy culpable, esta cinta la espero desde ya para el próximo año. Nada nuevo, nada interesante, nada de propuesto. No. Pero mucha velocidad. ¿De que me sirve negarlo?



El horror....



Respeto muchísimo al señor Steven Spielberg.
Me divierte bastante el señor Will Smith.
Salvo muy contadas excepciones, odio los remakes.

De esos últimos, hay dos casos que me han parecido francamente absurdos. El rumor es que a los gringos no les gusta ver las películas con subtitulos (demasiada información para el promedio y a eso sumarle que hay que leer, pues no, pobrecitos) La cinta Quarantine - remake de la española Rec, y el remake a cargo de Matt Reeves (Cloverfield, 2008) de la cinta sensación en Europa, el cuento de hadas de vampiros Let the Right One In (Tomas Alfredson, 2008)

El remake de esta cinta ya estaba planeada a los dos años de su estreno. Parecía que todo estaba alineado para su elaboración cuando el milagro sucedió y el proyecto se cancelo.

Ahora, la pesadilla vuelve con todo. Una cinta de Spielberg con Smith en los créditos sin duda llama la atención y se antoja. Pero NO de esta cinta, no el remake de esta cinta. Por favor, que alguien los detenga:

La información (o el rumor, esperemos) se dio en Variety.
El trailer de la maravillosa cinta original es el siguiente:

Si es lamentable...

Las secuencias de ficción y terror que se vieron el día 4 de Noviembre en la ciudad de México generaron muchas cosas. La primera de ellas y la que aún se busca generar: paranoia. Real o injustificada, uno en verdad tiene que sentirse un poco paranoico después de ver semejante despliegue de imágenes dignas de una cinta. Por supuesto, la paranoia no se genero sin tener antes un dejo de incredulidad. La noticia que se esparció a gran velocidad dejaba a todos sorprendidos, boquiabiertos e impresionados. Y no era para menos. El jet que se desplomo lo hizo no en una, en la intersección de dos de las avenidas más concurridas y circuladas de la ciudad. Gente en llamas, en pánico, en dolor. Las líneas telefónicas se saturaron brevemente, todo mundo se reportaba con sus seres queridos o los buscaba si sabían que andaban por esa zona. La preocupación iba en aumento. Poco después se revelaba que los tripulantes de la nave eran miembros del Gobierno, uno de ellos el Secretario de Gobernación. Y más tarde, todos ellos eran declarados fallecidos.

La impresión no cesaba. Las dudas tampoco. Y dentro de todo ese entorno, relucía la anécdota de un señor que había quedado de verse con su esposa por la zona. El señor la vio en una esquina opuesta, se saludaron y sonrieron. Él siguió el camino por las calles para encontrar un lugar donde estacionarse, de pronto la explosión. Y después, la esquina donde la había visto estaba vacía. De su esposa no había rastro. Desconozco si la situación tiene una conclusión todavía.

Pero alguien, algún comunicador de algún noticiero se atrevía a expresar una de las opiniones más estupidas que escuche esta semana. El suceso había distraído al pueblo de la emocionada celebración del triunfo del primer presidente afro americano en la historia del país de las barras y las estrellas.

El sueño de Luther King dudo mucho que se transcribiera como los sucesos de esta semana en la elección presidencial más costosa y absurda de los últimos años. No logro entender como es que uno desde esta perspectiva pueda emocionarse de ese suceso. ¿De verdad creen que este señor va a ayudar a las relaciones tiránicas hacia los demás países? Particularmente, la elección no me tenía sin cuidado, pero ninguno de los candidatos me hacía tener un poco de paciencia o fe. En realidad, ambos eran temibles. No puedo desentenderme del tema como quisiera porque finalmente determina muchas cuestionasen mi país, pero no puedo más que maldecir al personaje que consideró la elección y su resultado como una celebración a nivel global, mucho menos después de lo que vimos dentro del país.

Toda esa emoción me recuerda al anterior presidente de la Republica, Vicente Fox, quien tenía las esperanzas de millones, de quien afirmaron era quien llevaría el cambio que tanto buscabamos y del que se presumía una nueva etapa de prosperidad en el país. Así como muchos lo celebraron a su llegada al poder, muchos celebran la llegada de Barak Obama a la presidencia del imperio más descontrolado de la historia. Una cosa es segura, Obama verá primero por su interes que por el de la más grande minoría, los latinos.

Y como la gente responsable de South Park parodiaba esa celebración, con gusto la comparto:



The G-Zone


Alguna vez alguien llevaba su carpeta de producción para presentarla. Bonito el diseño de la carpeta, excelente presentación y la persona tenía gran facilidad de palabra. El contenido estaba recopilado con exactitud, las versiones del guión, el subrayado, la asignación de colores, planos, storyboard, ruta crítica y un largo etcétera. La propuesta fue por demás divertida y amena, tanto que todos se emocionaron de la narración, aunque nadie negó sus abismales huecos argumentales. La convicción de la persona fue lo que consiguió la aprobación. Poco después, la presentación de otra idea parecía que no tenía lugar. La persona se mostró tímida, insegura, preocupada. No trato nunca de hacerse el listo ni gracioso, hubiera sido una tragedia. Algunas cosas pendientes justifico, esquemas incompletos, planeación sospechosa. Sin embargo también logro su aprobación.

Al final, el primer proyecto fue todo menos lo que se había estimado. El resultado final fue un desastre. Aparentemente el director ni siquiera conocía la carpeta que presentaba su idea y todo lo que el buen orador había predicho se había perdido en el camino. El segundo proyecto, desde luego, resulto un ensamble soberbio de todas las piezas. El director obedeció toda la planeación y se retuvo a si mismo de desviaciones inspiracionales.

La historia sin duda me llevaba a dos ejemplos recientes. El primero, por el que me ha llovido de todo, de la mano de Guillermo Del Toro y su Hellboy II, donde pasados 50 minutos, el único deseo que yo profesaba era un desenlace pronto y abrupto si era necesario. Tanta criatura, tanto escenario, tanta cerveza me tenía cansado, desesperado y sin el menor interés. Al final solo pude decir: “se dejo ir"

Convencido de que no era mi percepción, tiempo después me tope con otro director que se emociono tanto con un proyecto, que descuido todo lo planeado previamente y decidió no ponerse freno alguno. La aprobación para dicho proyecto llegaba por dos vías, la económica (que es la principal y pasa por la empresa responsable) y la artística (que nunca es importante y solo es una especie de bendición forzada del creador original) Desconozco con precisión como se da luz verde a la adaptación de un videojuego, pero los autores del popular (en su momento) juego llamado Max Payne se mostraron, en un inicio, entusiasmados y felices de que su historia tuviera una medio de comunicación más extenso. El resultado no los dejo satisfechos en lo absoluto.

Con mucha certeza, uno de ellos cuestionaba un flashback que revelaba las motivaciones del oficial Max Payne mostrado a la mitad de la cinta. Esa confesión se mostraba al inicio del juego y el jugador se involucraba con el personaje. En la cinta no sucede de la misma forma y a nadie le interesa mucho porque, como y si el personaje logrará su redención. Probablemente el mayor problema al adaptar un videojuego radica en el cambio de rumbo que la historia provoca. El cine no permite la interacción como lo hacen los juegos de video, donde sea quizá la raíz del éxito de ambos medios. Ahora, la transición del cine al videojuego también es muy errática.

A veces parece que al tratar de adaptar un juego al cine, el factor principal no es el aterrizaje que tendrá, sino la popularidad del juego y de los probables involucrados. Si el juego de video goza de toda el fervor de uno de los sectores que más consume en el mercado (y en no pocos casos, el que más capacidad de consumo tiene), la intuición los hace pensar que esos mismos acudirán a la sala si la experiencia incluye algo de lo que son leales o seguidores. Me apresuro a pensar, entonces, que los creadores de la cinta Max Payne estimaron que su legión de jugadores no pondría objeciones en su adaptación, dado que conocen y recorrieron el mismo camino del personaje (aunque fuera de forma virtual)

Max Payne La Película es un desastre desde varios ángulos. Una trama sin interés, situaciones que rayan en lo absurdo, actuaciones muy forzadas y personajes que no atraen a nadie. Lo más curioso del asunto es que el videojuego es probablemente uno de los más accesibles para la pantalla grande. Los cinemáticos eran espectaculares, las secuencias de acción homenajeaban a Matrix (esquema que casi todas las cintas de acción ahora ya traen) Las calles decadentes a lo Frank Miller, personajes enrabiados con su alrededor, autodestructivos, tragedias tipo griegas, diálogos muy rescatables, corrupciones en todas las esferas sociales y el héroe solitario, decadente, buscando soslayar su anhelada venganza para así tratar de encontrar un motivo a sus acciones y a su vida en general. Aquí es donde, de nueva cuenta, el director “se dejo ir”. La importancia nunca radico en lo jugoso de la anécdota (porque no pasaba de ser eso), para el creador era la imagen, que no capturo en ningún momento. Los alrededores del juego solo apoyaban la historia y sobre todo al nivel de diversión: uno, en papel del personaje, tomaba casi cualquier arma y generaba todo tipo de destrucción siendo capaz de manipular el tiempo y el entorno, para realizar las maniobras de acción más insólitas y emocionantes que se vieron en ese tiempo. En la cinta, como admirador del juego, la primera secuencia de acción llega muy tarde, vamos, el primer balazo aparece cerca de la hora de cinta. Seguramente se tomo muy en serio la historia de este policía y se decidió seguir un camino que ningún fanático pudo reconocer.

Y los demonios. Honestamente, la idea no era en lo absoluto desagradable, la explicación podría pasarse por alto y las imágenes son muy logradas. Y ya. Su presencia ni estorba ni aporta en lo más mínimo, de ahí el rechazo casi inmediato a ese elemento.


Sin embargo, no soy de la idea de rechazar por automático (de ahora en más) cualquier transición de juego a pantalla. Por el contrario, existen videojuegos espectaculares, tanto en historia como en desarrollo. Ejemplos: Bioshock, Metal Gear Solid, God of War y la próxima a estrenarse Prince of Persia.

Hace poco disfrutaba de uno llamado Dead Space. Lo disfrutaba tanto, que al final me puso a reflexionar a mayor profundidad. Lo adictivo de tal videojuego son sus inspiraciones cinematográficas, principalmente la de Alien. Los viscosos y violentos monstruos aparecen en las sombras, en el sistema de ventilación y en las zonas de gravedad cero. Cuando al salir de una de esas cámaras, un gigantesco tentáculo toma al personaje y lo arrastra a su fin, me conmoví de lo verdaderamente asustado que me sentía. Y comprendí que hace mucho tiempo no me asustaba de tal forma en el cine. El sonido y la vibración del control contribuyo mucho, pero la sensación no pasaba.

Al final, tanto ese juego como Max Payne le rinden tributo a miles de cintas e historias que todos hemos visto. Tomar un tributo y hacerle el propio parece redundante. Como cada cinta basada en videojuegos parece un cliché. Las adaptaciones no pararan pero gente como Peter Jackson se ha mostrado muy emocionado a involucrarse también en la creación de videojuegos. Aunque con su primera incursión, el juego de su cinta King Kong, también fue un desastre, parece ser que hay que equivocarse mucho para hacerlo bien. O eso me gustaría creer.