LA SELETSION
“Fogoso, orgulloso, violento. Cualidad y comportamiento que desprecia y humilla a los demás. “
“Estimulación mental orientada hacia la consecución de un objetivo. Preparar mentalmente una acción.”
Según el Diccionario Nuevo Espasa Ilustrado 2000, la primera es la definición de Soberbia. La segunda, la definición de Motivación.
Desconozco, y con cierto orgullo, mucho del fútbol, como deporte. Desconozco mucho de las tácticas que se deben emplear en determinadas circunstancias. Y más, desconozco como es que me convencieron de hablar del tema, siendo quizá algo inapropiado que hable con tan poca preparación acerca de. Probablemente se debe a que es un deporte que nunca practique, salvo fuera de la prepa, apostando un cartón de cerveza y ocupando la muy honrosa posición de portero. En realidad no era tan malo en esa posición, debido a que anteriormente practique fútbol americano y pues me aventaba con el mismo ímpetu, hasta lesionar severamente a alguien. Lo que probablemente más me alejo del fútbol en mi infancia fue que el deporte de mis amores es el béisbol. Lo jugué durante muchos años y me considere bueno. El béisbol me hizo viajar a Centroamérica y escuchar el himno nacional en otro país es sin duda una experiencia que jamás se olvida.
Otro hecho que es importante mencionar es que últimamente los equipos a los que siento lealtad, dan más lástima que pena ajena. El caso de mis adorados Raiders de Oakland es más que conocido y es un caso cerrado en mi corazón temporalmente. El amor de mi vida, los Yankees de New York se han quedado estancados y cada vez retroceden más, cuando debería ser justo lo contrario. Y en el fútbol… bueno, tengo desde 1992 que no veo la mía. El equipo al que le tengo cariño especial, es a los todavía llamados Potros de Hierro del Atlante. Los que saben de fútbol, les pido de favor, eviten las risas y las caras de extrañamiento. Los que no saben, les pido exactamente lo mismo. Quizá lo más provechoso de ese romance, es que tendré me sacrificaré a mudarme a Cancún, para no estar a la distancia. Indudablemente, el hecho de vivir en un país netamente futbolero (salvo el norte, donde son más beisboleros) me hace leer y conocer lo que pasa en ese ámbito.
Justo después de este partido “histórico” contra Brasil, salía en entrevista una persona cuya sonrisa trataba de ser oculta, sin lograrlo. Mientras lo observaba, pensaba que era una persona que necesitaba una excusa (que había encontrado) para sonreír nuevamente con esa sinceridad. Esos momentos de gloria que deben de seguir después de obtener algún logro mayor y bajo esa perspectiva era justo. Sin embargo, de inmediato vino la explicación a mi mente. Una explicación tan obvia que sentí cierta vergüenza. Esa persona no necesita ninguna excusa, argumento o justificación. Para él, y para muchos más, el llego a la cima del mundo y nunca ha caído. Así que la respuesta que le daba a un reportero, sin importarle mucho la pregunta, era “¿cuál es tu nacionalidad?”.
La persona por supuesto: el amado/odiado Hugo Sánchez. Cuando dos días antes, muchos pedían su cabeza, aparece renovado, relajado y como acostumbra, humilde.
Reza la leyenda urbana que Hugo esta bien posicionado y con cierta tranquilidad en su puesto. En una empresa, esa tranquilidad viene de ser protegido por el jefe. Igual parece ser en el caso del entrenador de la selección nacional. Su protección no viene de la comisión de selecciones nacionales, ni de altos directivos de la federación de fútbol. No, su cobijo viene del verdadero jefe. A Hugo Sánchez lo protege Adidas, el nuevo patrocinador de la Selección. Porque, según la leyenda, Adidas desembolso ciertos millones de dólares para diseñar y poner su nombre en la playera de la selección. Y especifico en una cláusula, escrita no con letras pequeñas, que otros varios millones de dólares iban si el entrenador era Hugo Sánchez. Esta leyenda viene de la época de proselitismo cual políticos que vivieron en su momento el mismo Sánchez con el otro probable entrenador de la selección, Américo Gallego. Esos millones desaparecerán (porque no se pagan en una sola exhibición) si Sánchez es retirado de la Selección e incluso si el mismo decide irse… digamos, al Real Madrid (según él, claro esta).
A partir de ahí, Hugo entrena a sus muchachos. Varios de los que están ahí, los llamados líderes (o dinosaurios) no lo quieren, no lo aceptan. Ellos vivieron el proceso Lavolpe y las constantes críticas de Sánchez. Entonces Hugo se lleva a los enemigos declarados de Lavolpe, el Bofo Bautista y al muy culto y propio Cuauhtemoc Blanco. Necesita aliados. Aliados que evidentemente no encontrará ni en los medios ni en la federación. ¿Y entonces que sucede?. Se filtra el rumor (estamos hechos de rumores y leyendas en México) de la modalidad triunfadora “Hugo Sánchez” (marca registrada) para entrenar campeones del mundo. Inicia el entrenamiento, un fugaz calentamiento, los muchachos se sientan en circulo (como en la primaria) y frente a ellos, el líder, el campeón. Sánchez les da su plática motivacional a los machos, les insta a ser mejores que los demás y situaciones que van de la mano, para que después de dar por finalizada su platica, corra alrededor del campo y un “asistente”, argentino, de esos que Hugo repele tanto, levante a los muchachos, les muestre la estrategia, les ponga los ejercicios, las alineaciones cuando juegan entre ellos, asigne parejas de campo, rutinas, escuche las opiniones de los jugadores, de soluciones, imprima cierto sello e imponga el ritmo de juego deseado. Entonces Hugo, bien calientito, regresa a finalizar el entrenamiento físico. Momento en el que los jugadores líderes y aun leales a Lavolpe, caminen por el campo, contando hasta 1000, sin escuchar a Hugo, para ir a las regaderas.
El rumor está ahí. Pero, vamos, macho, si son rumores, falacias que se inventan para perjudicar a la Selección Nacional. Son palabrerías de gente que no es mexicana, no lo son al no apoyar (me) a la Selección.
Si, debe haber optimismo y crítica. Se le gano a Brasil. Se le gano a un Brasil mermado, ausente, aburrido y sin los verdaderos seleccionados. Se le gano con un México sin los europeos. Pero también, ¿cuántas veces han perdido con Brasil?. De cada 5 juegos con el equipo sudamericano, se pierden 4. La huérfana victoria se celebra con más efusividad que el Aniversario de la Independencia. Que debemos creérnosla, que se puede ser campeón. Y la verdad es que la Selección Mexicana esta muy lejos de lograrlo. ¿Cuántas veces más?, me pregunto. ¿Cuántas ilusiones rompen esos deportistas en cada torneo? ¿Repetiremos la sagrada del fútbol mexicano: “jugamos como nunca, perdimos como siempre”?
El que alguien afirme de su persona que: a) se gano porque los jugadores obedecieron y b) los que no obedecieron, no quisieron venir, no ayuda a vislumbrar un futuro donde esas preguntas, en especial la última, dejen de formularse.
Aunque, puedo estar completamente equivocado. Soy el amargosito que tiene que echar a perder la fiesta, y que cuando se logre el campeonato, me voy a querer trepar de él, alegando mi solemne lealtad a su entrenador. Igual, sin cuestionar y solo obedecer, las mismas preguntas ya no serán importantes.
“Estimulación mental orientada hacia la consecución de un objetivo. Preparar mentalmente una acción.”
Según el Diccionario Nuevo Espasa Ilustrado 2000, la primera es la definición de Soberbia. La segunda, la definición de Motivación.
Desconozco, y con cierto orgullo, mucho del fútbol, como deporte. Desconozco mucho de las tácticas que se deben emplear en determinadas circunstancias. Y más, desconozco como es que me convencieron de hablar del tema, siendo quizá algo inapropiado que hable con tan poca preparación acerca de. Probablemente se debe a que es un deporte que nunca practique, salvo fuera de la prepa, apostando un cartón de cerveza y ocupando la muy honrosa posición de portero. En realidad no era tan malo en esa posición, debido a que anteriormente practique fútbol americano y pues me aventaba con el mismo ímpetu, hasta lesionar severamente a alguien. Lo que probablemente más me alejo del fútbol en mi infancia fue que el deporte de mis amores es el béisbol. Lo jugué durante muchos años y me considere bueno. El béisbol me hizo viajar a Centroamérica y escuchar el himno nacional en otro país es sin duda una experiencia que jamás se olvida.
Otro hecho que es importante mencionar es que últimamente los equipos a los que siento lealtad, dan más lástima que pena ajena. El caso de mis adorados Raiders de Oakland es más que conocido y es un caso cerrado en mi corazón temporalmente. El amor de mi vida, los Yankees de New York se han quedado estancados y cada vez retroceden más, cuando debería ser justo lo contrario. Y en el fútbol… bueno, tengo desde 1992 que no veo la mía. El equipo al que le tengo cariño especial, es a los todavía llamados Potros de Hierro del Atlante. Los que saben de fútbol, les pido de favor, eviten las risas y las caras de extrañamiento. Los que no saben, les pido exactamente lo mismo. Quizá lo más provechoso de ese romance, es que tendré me sacrificaré a mudarme a Cancún, para no estar a la distancia. Indudablemente, el hecho de vivir en un país netamente futbolero (salvo el norte, donde son más beisboleros) me hace leer y conocer lo que pasa en ese ámbito.
Justo después de este partido “histórico” contra Brasil, salía en entrevista una persona cuya sonrisa trataba de ser oculta, sin lograrlo. Mientras lo observaba, pensaba que era una persona que necesitaba una excusa (que había encontrado) para sonreír nuevamente con esa sinceridad. Esos momentos de gloria que deben de seguir después de obtener algún logro mayor y bajo esa perspectiva era justo. Sin embargo, de inmediato vino la explicación a mi mente. Una explicación tan obvia que sentí cierta vergüenza. Esa persona no necesita ninguna excusa, argumento o justificación. Para él, y para muchos más, el llego a la cima del mundo y nunca ha caído. Así que la respuesta que le daba a un reportero, sin importarle mucho la pregunta, era “¿cuál es tu nacionalidad?”.
La persona por supuesto: el amado/odiado Hugo Sánchez. Cuando dos días antes, muchos pedían su cabeza, aparece renovado, relajado y como acostumbra, humilde.
Reza la leyenda urbana que Hugo esta bien posicionado y con cierta tranquilidad en su puesto. En una empresa, esa tranquilidad viene de ser protegido por el jefe. Igual parece ser en el caso del entrenador de la selección nacional. Su protección no viene de la comisión de selecciones nacionales, ni de altos directivos de la federación de fútbol. No, su cobijo viene del verdadero jefe. A Hugo Sánchez lo protege Adidas, el nuevo patrocinador de la Selección. Porque, según la leyenda, Adidas desembolso ciertos millones de dólares para diseñar y poner su nombre en la playera de la selección. Y especifico en una cláusula, escrita no con letras pequeñas, que otros varios millones de dólares iban si el entrenador era Hugo Sánchez. Esta leyenda viene de la época de proselitismo cual políticos que vivieron en su momento el mismo Sánchez con el otro probable entrenador de la selección, Américo Gallego. Esos millones desaparecerán (porque no se pagan en una sola exhibición) si Sánchez es retirado de la Selección e incluso si el mismo decide irse… digamos, al Real Madrid (según él, claro esta).
A partir de ahí, Hugo entrena a sus muchachos. Varios de los que están ahí, los llamados líderes (o dinosaurios) no lo quieren, no lo aceptan. Ellos vivieron el proceso Lavolpe y las constantes críticas de Sánchez. Entonces Hugo se lleva a los enemigos declarados de Lavolpe, el Bofo Bautista y al muy culto y propio Cuauhtemoc Blanco. Necesita aliados. Aliados que evidentemente no encontrará ni en los medios ni en la federación. ¿Y entonces que sucede?. Se filtra el rumor (estamos hechos de rumores y leyendas en México) de la modalidad triunfadora “Hugo Sánchez” (marca registrada) para entrenar campeones del mundo. Inicia el entrenamiento, un fugaz calentamiento, los muchachos se sientan en circulo (como en la primaria) y frente a ellos, el líder, el campeón. Sánchez les da su plática motivacional a los machos, les insta a ser mejores que los demás y situaciones que van de la mano, para que después de dar por finalizada su platica, corra alrededor del campo y un “asistente”, argentino, de esos que Hugo repele tanto, levante a los muchachos, les muestre la estrategia, les ponga los ejercicios, las alineaciones cuando juegan entre ellos, asigne parejas de campo, rutinas, escuche las opiniones de los jugadores, de soluciones, imprima cierto sello e imponga el ritmo de juego deseado. Entonces Hugo, bien calientito, regresa a finalizar el entrenamiento físico. Momento en el que los jugadores líderes y aun leales a Lavolpe, caminen por el campo, contando hasta 1000, sin escuchar a Hugo, para ir a las regaderas.
El rumor está ahí. Pero, vamos, macho, si son rumores, falacias que se inventan para perjudicar a la Selección Nacional. Son palabrerías de gente que no es mexicana, no lo son al no apoyar (me) a la Selección.
Si, debe haber optimismo y crítica. Se le gano a Brasil. Se le gano a un Brasil mermado, ausente, aburrido y sin los verdaderos seleccionados. Se le gano con un México sin los europeos. Pero también, ¿cuántas veces han perdido con Brasil?. De cada 5 juegos con el equipo sudamericano, se pierden 4. La huérfana victoria se celebra con más efusividad que el Aniversario de la Independencia. Que debemos creérnosla, que se puede ser campeón. Y la verdad es que la Selección Mexicana esta muy lejos de lograrlo. ¿Cuántas veces más?, me pregunto. ¿Cuántas ilusiones rompen esos deportistas en cada torneo? ¿Repetiremos la sagrada del fútbol mexicano: “jugamos como nunca, perdimos como siempre”?
El que alguien afirme de su persona que: a) se gano porque los jugadores obedecieron y b) los que no obedecieron, no quisieron venir, no ayuda a vislumbrar un futuro donde esas preguntas, en especial la última, dejen de formularse.
Aunque, puedo estar completamente equivocado. Soy el amargosito que tiene que echar a perder la fiesta, y que cuando se logre el campeonato, me voy a querer trepar de él, alegando mi solemne lealtad a su entrenador. Igual, sin cuestionar y solo obedecer, las mismas preguntas ya no serán importantes.
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