El Post de Diciembre


Ayer escuchaba el podcast de un fulano que habla de tanta tontería se le atraviesa en el camino. No es irreverente, no quiere ser gracioso, no le interesa ganar escuchas y al parecer, no le interesa la forma en que narra las cosas. Con un poco de atención, uno puede creer que lo grabo en una sentada, así como saliera, y lo subió sin importarle mucho como había quedado (evidentemente no fue así). Él lleva años haciendo radio, escribiendo en diversos medios y siendo baterista de un grupo de surf (además de introducir la mítica palabra “merol”)

El punto es que habla de lo que quiere, cuando quiere y como quiere. Es bueno escuchar a alguien que no tiene muchos pelos en la lengua, dice las cosas como sabe decirlas (con sus tropezones y todo) y su manera de hacerlo es según su modo y idea, les guste o no. Pero el tipo es así, siempre lo ha sido. Puede caer bien o mal, pero al menos tiene constancia.

El fin de semana revisaba el número de entradas que llevaba y me daba cuenta que poco a poco han ido disminuyendo. Por segunda vez, ese hecho me preocupo. Con el tiempo, me di cuenta que no tenía nada diferente que contar. El cine es el principal de mis hobbies y pasiones. Pero la música, los libros, los comics, los deportes también ocupan mucho de mi tiempo. Me divierte jugar sudoku, ajedrez (y cualquier deporte que sea de contacto) Aunque no por eso tengo que hablar de cómo supere una partida. También hay que distinguir entre lo interesante y lo ocioso.

El chiste es que no he podido encontrar el tiempo y el lugar que necesito para escribir. Este espacio no se abrió por recomendación de nadie, ni proyecto alterno, ni como parte de una corriente. Tampoco fue orden de un psiquiatra o una desesperada necesidad. Lo abrí porque quería escribir y quería ser leído. Y, para ser franco, por la idea de no perder contacto con un amigo (a quien por cierto no se nada de él desde hace mucho) No se a estas alturas si alguno de esos objetivos se ha cumplido hasta ahora.

Me he complicado un poco con todo esto del blog. Vamos, nadie me paga por hacerlo y nadie tendría que hacerlo. Ese era el gusto. Era un placer escribir aquí, extenderme tanto como quería para después descubrirme a mi mismo editándome, entendiendo que había cosas que no eran necesarias. Nunca quise que esto de pronto se convirtiera en una necesidad, en un refugio, porque la idea siempre fue compartirlo, con quien pasara por aquí, con quien se mostrara interesado, con quien tuviera opiniones encontradas pero gustos similares.

Nunca he leído más que una entrada de la mentada plaqueta y su blog y nunca me ha interesado nada de lo que comenta. Sigo sin entender para que abrir un blog y subir fotos y fotos de tanta cosa se le ha atravesado, de sus hijos, de conciertos, de ellos mismos en estado deplorable. O páginas de gueyes apoyando a un político o descalificando a otro, del fanatismo a sus deportes e ídolos, blogs temporales de festivales, concursos. Páginas de puro naco (así se autoproclaman), interactuando con puro guarro, enseñando las fotos de sus ex novias desnudas y asegurando que están ardidos y que la ex era una puta.

En algo coinciden todos esos. Hacen con ese espacio lo que quieren. Si a alguien más le interesa, bien, si no, también. La curiosidad de uno deberá atraer. Y en esta dolorosa parte (aja) debo hacer menciones, para constatar que no lo alucine, porque es importante para mi mencionarlos, pero sobre todo en forma de agradecimiento porque contribuyeron a que no desistiera de este sitio. Más de una vez escribía entradas que no me convencieron, pensando en Joel o en El Duende, deduciendo que mis temas tenían que estar en cierto elevado nivel. Las reseñas que hacía de películas, algunas veces eran meticulosamente cuidadas, revisadas, analizadas hasta el mínimo detalle ortográfico, adelantándome a las opiniones de Ernesto, de Jorge, de Faraway, de Paxton, y Alex (muchas ni siquiera las quise subir). Cuando me decidía a poner música diferente, algunas veces me ponía en los oídos del D y Elvis. Si hablaba de alguna cinta europea, David Dunn, Igor y Mobius eran mis temidos críticos y si eran orientales, Josafat y Juniper. Si quería hacerme el chistoso y emocionarme por algo, debía pensar en Tyler. Para cada entrada, siempre fue el tratar de mencionar algo que atrajera tanto a mi hermana, como a Oliver. Así al infinito, con cada uno de las personas que han pasado por aquí (aunque sea por error)

¿Por qué darles gusto si este es mi espacio? No lo se, ese soy yo. Dando gusto a los demás por encima de mi (pero no os preocupeis, jeje, ya estoy en terapia de shocks para eso)

Así que, esta entrada esta puesta. Era lo que quería decir ahora. Probablemente estará fuera de lugar, he tratado de crear este espacio escribiendo lo que muchas veces no puedo decir. Soy de los que van al cine, sale y le preguntan “¿Qué te pareció?” y mi respuesta varía entre bien, mal, más o menos. Nunca explico lo que mi mente esta analizando con detalle, la dirección, la historia, los planos, que brincan el eje, que la exposición, que la escaleta, etc. Mejor trato de escribirlo.

Es Diciembre. Trataré de complacerme este mes, haciendo de este espacio lo que quiera, en el tiempo que quiera. Desde luego, seguirá siendo exactamente el mismo espacio, con los mismos temas, las mismas opiniones y la misma ausencia. Pero sin tener que preocuparme por detallar y expresarme con solvencia, siendo más directo. Tratar de ser yo, sin pensar en lo que los demás puedan pensar de ese yo. Y si. Subo esto con cierto recelo, pero también con mucha diversión.

The Joker: Graphic Novel


Él contaba una anécdota sobre un hombre obsesionado con recorrer el mundo en un día, a bordo de un auto. Habiendo fracasado en innumerables intentos, el hombre se sentó a un lado del camino, maldiciendo su mala fortuna. Apareció un samaritano pensando que tenía problemas. El hombre asesino al samaritano y a todas las personas que venían a bordo de su auto. Lo tomo y espero a que el sol se ocultara, para intentarlo de nuevo.

Evidentemente jamás lo logro y jamás se supo que fue de él. Lo interesante de la anécdota resaltaba en el hombre, quien culpaba a los autos de no conseguir su objetivo. Jamás cruzo por su mente que lo que el creía poder hacer era imposible.


La historia es contada por uno de los villanos favoritos del año y quizá uno de los más admirados en el tiempo: El Guasón en la novela gráfica The Joker, escrita por Brian Azzarello, creador de 100 bullets, Hellblazer y Primer.

Muy en la línea de The Dark Knight (2008, Christopher Nolan), Azzarello presenta a un Joker, recién salido de Arkham cuya única intención será recuperar lo que considera suyo, Ciudad Gótica. Si en algo casi todos se han reunido en aplaudir la cinta de Nolan fue la reinvención de todo el entorno del súper héroe, especialmente el de su Némesis. Ver a este renovado y violentísimo criminal en esta nueva entrada de Azzarello al mundo del murciélago, es mucho más impactante que placentero. El villano ha dejado de ser el desquiciado pero simpático antagonista para convertirse en un desequilibrado bipolar que parece cuestionar todo a su alrededor, pero se revela paulatinamente como un alma controladora de todo lo que tiene que enfrentar. Finalmente, lo odia todo, lo desprecia todo, la humilla todo. Avanza sin mucho cuidado, sin dudas, sin aviso.

Anteriormente, el escritor fue responsable de otra lujosa narración de otro de los villanos más reconocidos, Lex Luthor. Ahora, con mucha precaución, recorre los movimientos del psicópata solo que desde el punto de vista externo, desde la perspectiva de un miembro de su banda, quien, llevando de la mano al lector, se impresiona y se emociona en los primeros encuentros con el villano, se siente parte de algo mucho mayor que él, ambiciona una posición más poderosa y al llegar a ella, rebota contra una realidad que, aunque predecible, no quería notar. La simpatía y la lealtad que el individuo siente hacia su nuevo patrón produce que todos admiremos sus decisiones y sus acciones hasta poder reconocer que no había nada plausible, nada concreto, nada de que sentir orgullo.

Aunque la historia gira en torno a ese personaje y al propio Joker, Azzarello se da el lujo de presentar a varios personajes para emoción de los fanáticos, dentro de ese oscuro mundo que ha desarrollado (Harley como una bailarina exótica, The Penguin como un cuidadoso defraudador y The Riddler… a bordo de un BMW)

La teoría tendría que cuestionar porque el amor desmedido hacia el personaje. Todas sus acciones son rechazadas por el común social, son despreciables y son destructivas. A todos nos gusta verlo desde un lugar a salvo. Sin embargo, la falta de filosofía en el villano produce una sensación de libertad que nosotros desconocemos. No hay ataduras, no hay remordimientos. El temperamento de Joker cambia a cada segundo, donde pasa de asesinar a sangre fría a una pareja (solo por diversión), a las lágrimas desmedidas y deprimidas, para después violar a una mujer que acaba de rescatar.

La curiosidad de la anécdota que se atreve a narrar, la del hombre y su auto, logra adentrarse en lo más profundo del lector, cuestionando si solemos culpar las deficiencias de nuestro entorno. O simplemente evadimos cualquier responsabilidad que enfrentamos.

The Joker es una impresionante obra, sin tener que narrar un inicio ni un final. De tal suerte que uno de los personajes más emblemáticos ha revelado tener mucha historia que contar. Y a nosotros, la realidad de que solemos ser curiosos, solo para no probar.

Muy recomendable

I was born under unusual circumstances



Francamente, el cine en el 2008 ha sido por demás miserable. Pocas cintas interesantes se han proyectado tanto en corridas comerciales, festivales, re-estrenos y demás. Uno busca en otros rincones que no sea el americano y tampoco encuentra mucha diferencia. Indudablemente, el cine comercial chatarra hollywoodense también sirve como motor a la escena independiente y de tal vínculo, cuando el mayor esta enfermo, el pequeño también padece algunos males. Acercándose el fin de año y los inevitables listados de sucesos de toda índole durante el año, no es de sorprender que las mejores cintas que se han estrenado en México pertenezcan a años anteriores, cintas que se relegaban o cedían espacio para producciones mayores y que derivado a la poca calidad mostrada, se estrenaban sin mucho ruido ni interés (una lastima porque fueron cintas de asombrosa factura)

Pero no todo lo perdido es malo.

Cualquiera se sentiría orgulloso de haber pertenecido a la “Generación Perdida”, aquella que incluía a William Faulkner, Ernest Hemingway, F. Scott Fitzgerald y varios escritores más.

Será una adaptación de este último la que se proyectara a finales de año, con la esperanza de muchos de que rescate todo lo previo a ella. The Curious Case of Benjamín Button es dirigida por David Fincher, en sus créditos destacan Brad Pitt y Cate Blanchett y es escrita por Eric Roth (responsable, entre varias, de Munich, The Insider, The Horse Whisperer)

Del compilado Tales of the Jazz Age (1922), la cinta se basa en el cuento corto del mismo nombre, donde un hombre que, en lugar de envejecer, rejuvenece con el paso del tiempo.

Fitzgerald mencionaba lo triste que era notar que la mejor parte de la vida es el inicio y la peor viene con el final. De ahí la motivación de tan curiosa historia. Desafortunadamente, la cinta no tiene fecha de estreno en México, aunque parece ser que será a finales de Enero de 2009 cuando pueda ser proyectada




The Grapes of Death



Algo seguro parece decir. Cuando el entorno este rodeado por zombies, el mayor peligro aparece cuando se encuentra a los humanos sobrevivientes. Elizabeth corría “alrededor” de la villa con los seres putrefactos, de un lado a otro, tropezando con ellos, esperando que se reunieran y tratando de encontrar una salida. En ese momento, con los engendros pisándole los talones, una mujer sin rastros de infección la rescata y se ofrece para acompañarla a la salida del lugar. Ahí empieza el verdadero problema.

Jean Michel Rollin es el director de Les Raisins de la Mort (mejor conocida como The Grapes of Death), cinta que por muchos años se consideró una ventajosa copia europea de la obra de George A. Romero, Night of the Living Dead. Elizabeth y Brigitte viajan a bordo de un tren hacia el sur de Francia cuando son atacadas por un hombre en plena descomposición, sin visible motivación. Brigitte es asesinada pero Elizabeth logra escapar del tren y acabar en una villa desolada, cuyos habitantes parecen haber contagiado una enfermedad que los convierte en asesinos psicópatas cuyos cuerpos se degradan rápidamente.

Rollin cuenta que de niño, su madre lo llevo a una sala donde el póster anunciaba que exhibían un western. Una confusión (el póster mostraba la cartelera de una semana después) lo acerco al tópico que llevaría a su expresión cinematográfica característica. La doble función exhibía una cinta de Frankenstein y la otra de Drácula. Rollin siempre percibió el sensualismo del vampiro y lo llevo a un extremo que probablemente solo él comprendía. De tal forma, su primer cinta Le Viol du vampire (The Rape of the Vampire) recibió toda clase de criticas, abucheos y hasta verduras que le llovieron a la pantalla. Rollin, por supuesto, sucumbió pero no se rindió. Recorriendo dos claros caminos, el cine de horror y el cine pornográfico, trato de juntar ambos mundos en un solo género, el cual por años se conoció como French X-Rated. No importaba si eran vampiros, colegialas o pobladores poseídos, siempre encontraba un espacio para derrochar el erotismo y la violencia como un solo escenario.

No es de extrañar entonces que el personaje más confuso e intimidante de la cinta sea protagonizado por la estrella porno Brigitte Lahaie, evidenciando que hay algo de seducción entre tanta destrucción. Elizabeth busca salir de ese lugar, la desesperación le invade por el deseo de reunirse con su prometido, supervisor de un viñedo que aparentemente es la causa de la deformación de los pobladores. El término zombie no es necesariamente correcto. Aunque las características tienen más de una similitud, los pobladores enfermos aún luchan por esa vaga sensación de consciencia y de pertenencia. Aun se recuerdan humanos, aun tienen sentimientos de amor hacia sus prójimos y aun luchan por reprimir esos repentinos ataques de locura (algunos hasta ayuda piden) Pero la naturaleza del contagio es brutal y ni siquiera un poblador puede detenerse de decapitar a la mujer que ama.

Es indudable destacar las notables fallas en todo el relato. Rolle nunca destaco por interesarse en la historia, los diálogos ni las situaciones, más bien entrega su esfuerzo en la puesta en imágenes que en varios puntos es destacada. No es de extrañar, quizá debido a eso mismo, que la película haya envejecido terriblemente y que descubrirla en estos tiempos parece un retroceso. Sin embargo, el proyecto es demasiado divertido y elegante como para pasar desapercibido, no importa el recorrido que tenga y las cicatrices que obtuvo en el trayecto.


The Grapes of Death (1978)

Dir. Jean Rollin.
Guión: Christian Meunier
Con: Marie George Pascal, Serge Marquand, Patricia Cartier, Brigitte Lahaie

La Casa



Bienvenidos a mi casa
Reglas de la casa:
1. Dios vino a mi casa y yo le
maté.

Jack y Stephanie son una pareja con miras a la separación, dirigiéndose a una importante cita. En el camino sufren un accidente que deriva en su súbita visita a una antigua casa de huéspedes, esperando poder resolver el percance al siguiente día. En la casa se encuentra otra pareja (con sus problemas individuales) que sufrieron de la misma suerte momentos antes, quienes también han quedado varados en ese paraje desolado. La casualidad hace que los cuatro personajes duden de su situación especialmente al enfrentarse a sus anfitriones, una pequeña familia de fanáticos religiosos y de costumbres fuera de lo común.

A esto se le añade un asesino experimentado que desde los exteriores de la casa, los involucra en un juego que se quiere disciplinado, recorriendo una serie de reglas, enfrentamientos personales y ajenos, pasillos interminables, puertas succionadoras, clones, una niña y mucha niebla negra.


2. Mataré a cualquiera que venga a mi casa, así como maté a Dios.

Responden a los nombres de Frank Peretti y Ted Dekker y son los autores de esta insufrible e infantil historia de “horror” religioso o el intento de una. Elementos en la vida personal de ambos escritores han encontrado una similitud. No solo que ambos publiquen para la misma editorial, que sean amigos o que sus historias de elementos sobrenaturales tengan patrones parecidos. Ambos se toparon en alguna experiencia de su vida que los llevo a acercarse de manera más comprometida a lo religioso. Es probable que no sean autores tan reconocidos, pero en el mercado de novelas cristianas, ambos son extremadamente respetados. Separo, como concepto, el mercado cristiano puesto que de alguna forma han plantado ciertas barreras (eso es lo que yo se, no es un hecho)

En estos casos, no sería una locura afirmar que deberían reforzar esas barreras. Manteniendo distancia con el aspecto religioso, la historia se debilita a cada vuelta de página, cada repetitiva situación que se plantea se siente estorbosa, sospechosa, los personajes parecen unidimensionales y ejemplares dignos de cualquier estereotipo de escritor frustrado, cantante frustrada, psicóloga frustrada y otro frustrado. Algo bastante elemental han olvidado ambos autores, el villano no es imponente solo por portar una máscara o porque sus pisadas resuenen y hagan eco en cada rincón de la casa (mucho menos porque sangre su malvada niebla negra), el villano es inclemente, inmisericorde y aterrador por la motivación que lo empuja y por la respuesta de sus victimas. Ojala existiera una motivación para los personajes y no solo hacerlos correr, llorar y gritar a la menor provocación.

Y es que no solo se trata de toda la escasa emotividad que la anécdota destila, sino de la escasez de recursos de los personajes. Es cierto que el elemento sobrenatural de cualquier novela genera opiniones muy encontradas y que para mantener cierta coherencia deben desconocer lo probable o lo posible. Pero me resulta repugnante que ante tanta situación sobrenatural, los personajes tarden dos capítulos reclamándose y diciendo: vamos por acá, no por allá, que no por acá, te digo que por allá, bueno por atrás, mejor enfrente.

En el mejor momento de la historia (cuando inevitablemente uno solo se queda para reír de la ingenuidad exagerada de cada personaje) aparece una niña, una guía quien asegura que no la han escuchado y por eso están involucrados en esa situación de pesadilla. Uno entiende la arbitraria aparición de ese personaje, siendo que es el único que habla un idioma (y no solo balbucea preguntas del tipo ¿Qué esta pasando? ¿Iremos por este camino o por este otro? ¿Pero quien ha hecho ese ruido?, Oh pero ¿Por qué a mi?), pero se cuestiona porque le otorgan ese tipo de información y desmeritan el poco interés que presentaba la embrujada casa.

3. Denme un cadáver y tal vez yo decida prescindir de la regla dos.
El juego termina al amanecer.

El psicópata que les ha enviado (vía una lata y por eso se llama Hombre de Hojalata) las instrucciones se presenta como el ente controlador de toda la aventura, atento a cada movimiento, entendiendo y previendo los movimientos de las víctimas, cómplice con la propia casa. Espectador que provoca (por medio de sus pisadas) un terror absoluto, que aunque carece de cualquier característica de personalidad, emite las pocas ideas interesantes de la novela. Su especulación es tratar de doblegar el espíritu de las parejas y provocar que se asesinen entre ellos… ¿O no? Porque ya cercano el final, su incredulidad y torpeza sobrepasa a la de sus victimas en uno de los descenlaces más parciales, tajantes y derivativos que recuerdo haber leído alguna vez.

El gran problema es que, al igual que sus personajes, ningún autor tiene el menor control sobre la vida propia de la historia y las extensiones que por naturaleza presenta. Siendo duro, de los dos autores no se hace uno digno. No parece haber ningún elemento que identifique la pericia (o ausencia de ella) narrativa de alguno y el capítulo que sigue es la copia del anterior, solo cambia un personaje y un cuarto, con los mismos diálogos austeros que debido a su constancia, desesperan al lector al grado de querer desistir de la lectura.

Si Peretti o Dekker tienen una base de leales fanáticos, la recomendación sería que se esmeren en conservarlos a cualquier costo. Así sea una secuela de este ridículo y plano ejercicio (con su final dizque abierto) o sermoneando a todos los seres humanos por pecadores. Su demostración de “la paga del pecador” observada en esta historia, hace que uno se pregunte si el pecado los incluye a ellos.
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