Marquee Moon

Para P:

Nadie sabe de qué se compone un instante, cuantos segundos lleva, cuanto va a tardar, cuando volverá a repetirse. La única preocupación debería ser la combinación de elementos que se juntan para formarlo.

Apresurado tendría que afirmar que Television tiene influencia en cualquier género musical que se escuche después de 1977. Nunca me he atrevido a hablar de ellos, me siento demasiado intimidado. Las personas tienen demasiadas facetas que de una u otra forma cruzan su camino en múltiples ocasiones. Lo hacen en silencio y sin llamar la atención.

La influencia que muchos ahora dicen tener gracias a Patti Smith, Los Ramones, David Byrne y los Talking Heads y similares, en realidad deberían referir al grupo neoyorkino, formado en 1973 por la figura casi genio musical Tom Verlaine. Los setenta representan muchas cosas, aunque indudablemente lo más notoria y permanente fue la ambición positiva y negativa de quienes vivieron y representaron esa década. Pocos movimientos políticos, emocionales, espirituales e ideológicos se vieron frenados o retraídos por incapacidad, inmovilización y decepciones. Ambicionaban con algo más, algo no que representará un cambio en el mundo, sino algo que resolviera en un cambio en el presente, en sus vidas.

Verlaine aspiraba a un enfoque menos comercial. No épico ni tampoco influyente, su meta era complacer sus manías personales, acercarse a su propio perfeccionamiento (o uno que el creía posible alcanzar) Sin necesidad de tener los más elogiados conocimientos musicales, la guitarra (y el sonido que provocaba) de Verlaine se adhirió de inmediato a la historia y casi por accidente. De una amistad larga con Richard Hell y la imprescindible adición de Richard Lloyd, Television fue el primer grupo en presentarse en el famoso club CBGB, lugar que daría espacio para mostrar a Ramones, The Fleshtones, Blondie, Warzone y un listado impresionante. No solo se formaba una banda y un espacio, se formaba un concepto.

Quizá de haber existido la ambición de ser el grupo más popular, todos los recordarían, el éxito hubiera estado garantizado y tal vez, Marquee Moon jamás se hubiera gestado. 1975, entonces. El grupo se instala en el estudio de grabación, canciones compuestas, poco estudiadas, casi improvisadas y el inconfundible riff de Verlaine aparece, Friction, primera canción del disco, impresionaría al ser escuchada en vivo a Patti Smith, frecuente cliente del CBGB. 45 minutos pasaron después de ese riff y la sesión terminó. La duda nunca fue porque no existió un nuevo intento, una nueva oportunidad. La duda terminaba con la pregunta ¿Cómo fue posible que grabaran tal disco en una sola sesión?

Las primeras presentaciones eran tocadas en orden, sin alteración. La necesidad de hacerlo así no era un hecho al azar, el orden musical alcanzaba las inquietudes que los miembros profesaban, que resolvían sin preparación y tal ejercicio llevaba al espectador a impresiones no escuchadas antes. Verlaine intentaba emular el sonido del jazz (su principal amor) hacia un sonido menos limpio, con escasez de planificación y fundirlo con el rock, el punk y su propia desfachatez.

Pero era el intermedio de la brutal conjetura de sonidos lo que hacía este episodio único. La canción que da título al álbum. Una sinfonía compleja cuya duración supera los 10 minutos, una fantasía que todo guitarrista pretende alcanzar y solo dos lo hicieron. Verlaine y Lloyd parecían entrar en duelo, con dos riffs precisos, acompañados y distinguibles. Marquee Moon reflejaba toda la energía que permitían expulsar de su cuerpo por medio de su instrumento. La pieza demostró el virtuosismo del grupo, pero especialmente de Verlaine y su odisea musical que encontraría un eco permanente en la historia, sin efectos digitales, sin producciones excesivas. Solo él y su Fender.

Y para nosotros. Un suspiro, un instante. Uno muy breve. Television se separo dos años después (luego de otra maravilla musical de nombre Adventure, 1978) dejando en su camino lo único que no habían previsto: un futuro. No era la última satisfacción que buscaban, pero fue la más grande que obsequiaron.