Update... Shutter Island

Algo raro. Aunque sea el maestro, el trailer se ve raro, como algun churro más de Platinum Films (casa productora especializada y creada para refritear cintas de horror, dando resultados plausibles en taquilla y deprimentes para el respetable) Disculpándome por la comparación (era solo para desahogarme) entre cualquier cinta de Martin Scorsese y la productora de Mr. 2k-4k Bay, Shutter Island es el nuevo proyecto del venerado director, acompañado de nueva cuenta por Leonardo DiCaprio, con un guión de Laeta Kalogridis (Alexander, 2004) y basado en la novela de Dennis Lehan (Mystic River, Gone Baby Gone)

Por supuesto que llama la atención. Scorsese puede hacer francamente lo que quiera y seguirá siendo notable. La primera mitad del trailer (como un minuto) me tenía emocionado, después como que no tanto. Sin embargo, voy a ser de los primeros en verla cuando la estrenen (si se estrena) en Octubre.

This film is not yet rated


¿Y esto?

Estrenado en Sundance en el 2006, este documental recibió toda clase de halagos y fanfarrias por casi toda la crítica especializada. Su creador, Kirby Dick venía de hacer varios documentales con temáticas mucho más serias, por lo que a muchos sorprendió que su siguiente proyecto funcionara más en tono de comedia, muy en deuda con el estilo Michael Moore, para reflejar el trabajo de investigación que Kirby y su equipo se encomendaron para evidenciar la hipocresía de un sistema que se dedica a censurar y prohibir películas, bajo un esquema de organización responsable e imparcial especializada.

¿La hipocresía de quien?

El villano es la organización encargada, desde 1966, a determinar las clasificaciones que tendrán las películas a la hora de exhibirse. La mentada MPAA y su creador, Jack Valenti (cabeza de la organización de 1966 a 2004), antiguo colaborador de la administración de Lyndon Johnson, republicano, anticuado y, tendenciosamente, dibujado como el ícono de la hipocresía en todos los sistemas de control norteamericanos (y del mundo, pal’ caso) Kirby se da a la tarea de concentrar las opiniones de directores de cine que se han enfrentado contra ese organismo y que terminan derrotados, mutilando y modificando sus obras para adecuarse a los estatutos y tener, de esa forma, la oportunidad de exhibirlos.

¿Y que pasa?

Uno podría decir “casi nada”, en la actualidad se siguen obedeciendo patrones similares. La acción proviene del documental, pero la reacción depende de los espectadores. Por espacio de 90 minutos, el director maneja dos tramas (o arcos o narrativas) La primera, evidentemente, es la temida modalidad del documental: cabezas parlantes. Temida porque aunque las palabras tengan toda la resonancia y relevancia, carecen de la acción a la que los espectadores se han (nos hemos) ido acostumbrando. A modo de atracción, los entrevistados son los propios directores, narrando sus frustrantes experiencias con la asociación, con la temida censura escondida con la leyenda NC-17. Ahí esta Kimberly Peirce (Boys don’t cry) aun buscando una razón para creer que esta bien si asesina a su protagonista a cuadro, con lujo de detalle, pero esta mal que se tome casi dos minutos en tomar el rostro de su actriz mientras tiene un orgasmo. O Kevin Smith (Clerks) quien ha sorteado innumerables batallas con la MPAA, o un Wayne Kramer (The Cooler) acompañado de Maria Bello relatando su pecado por filmar parte del vello púbico de la actriz. En el desfile de tragedias, aparece desde el “infame” John Waters (nomas porque se sabe el nombre y descripción de unas perversiones sexuales), el elocuente Atom Egoyan (Where the truth lies), Darren Aronofski (Requiem for a dream), Mary Harron (American Psycho), Michael Tucker (Gunner Palace) y el siempre oportuno Matt Stone (South Park)

Así se arma un compilado de frustraciones y denuncias (bien argumentadas) que le dan al director la oportunidad de enlazar la segunda narración. En palabras de Kirby, existen únicamente dos organismos en E.U. que niegan el derecho de dar conocer el nombre de sus empleados. Una es la MPAA, la otra es la CIA. Su idea de contratar a dos investigadoras privadas para revelar tanto las identidades como el motivo del misterio tiene momentos muy logrados (en especial, aquel donde revisan la basura de un miembro encontrando un formato para calificar una cinta en base al sexo, los insultos y los desnudos) como otros muy fallidos, que aunque le quitan ritmo a la historia, logran culminar en un desenlace por demás agradable.

¿Dónde, donde?

Mucho se menciona la idea, pocas veces se dice la palabra. Valenti tiene algo (muy poco) de razón cuando en una entrevista asegura que la MPAA ni ayuda ni perjudica a una cinta, la cual tendrá ya su base de espectadores o no. Si bien es cierto que en papel son meras clasificaciones y que uno puede apelar el resultado, la realidad es que la temida NC-17 obedece a una censura directa. Prácticamente (salvo casos muy contados) ninguna distribuidora ni exhibidora desea involucrarse con una cinta condenada con esa clasificación. No hay los TV Spots, no hay material promocional, no hay exhibición, por lo tanto no hay conocimiento de su existencia. Un tanto radical, pero también hay algo de verdad en eso.

Si ya es de dudar que en los miembros de la asociación que vota para determinar la clasificación de una cinta se incluyan miembros del clero, uno queda sorprendido, molesto, indignado al saber que los miembros que responden a una apelación son los dueños de cadenas exhibidoras, distribuidoras y televisivas. Kirby Dick estaba condenado desde un inicio (tan así que el documental efectivamente obtuvo su NC-17) pero su aproximación llamo tanto la curiosidad que el DVD resulto un verdadero éxito.

Todo esto es el punto de vista de una de las partes. Aunque a la otra parte no le interesa responder. El organismo sigue ahí y todos somos cómplices. Es el encargado de colocar la advertencia, sobre fondo verde, en cada tráiler o avance que vemos en el cine. Ahí esta, invisible pero omnipresente.

Para conocer cuales son las clasficaciones y su contexto, ahí esta este completísimo video:

We start to rock, we never stop again


Sentirse traicionado parte de un propósito. Es retirarse de algo con dignidad, abandonar un espacio que antes se creía propio e individual (nada más alejado de la realidad) y desplazarse por el empuje de una decisión que no se tomo a consciencia. Si, la mayor queja siempre ha sido, se vendieron, se prostituyeron, nos abandonaron, a sus más leales fans que los apoyaron y los acompañaron durante sus primeros y más solitarios pasos (y eso se los decían desde su segundo disco)

Algo que escuche de varias personas que se mueven en espacios bastante opuestos fue algo que también había escuchado 10 años antes. Los conciertos que daría Metallica en la ciudad de México estarían infestados de niños que descubrieron al grupo dos semanas antes, de forma más bien gratuita o esporádica. Se acaban de aprender las canciones, solo escuchan los sencillos más desagradables, desconocen los clásicos, no saben, bla bla bla. Y hubo un poco de verdad el domingo 7 de Junio. Detrás de mi había dos niños que no rebasaban los 11 años, con su papa (o adulto acompañándole), a mi derecha también un señor casi con corbata, muy serio, cara larga, con su hijo que recién compraba su primera playera del grupo y la veía, la sacudía, la admiraba, la olía. Frente a mi, tres hileras más arriba y a la izquierda, el lugar estaba lleno de gente que más que fanatismo, demostraba curiosidad. Ya los que identificaba de mi generación esperábamos sentados, recuperando la respiración después de la larga caminata por todas las curvas del autódromo, un poco más serios que 10 años antes (o 16), nerviosos, ansiosos, ilusionados y precavidos a la vez.

La noche seguía desaparecida, el reloj rebasaba las 8 de la noche y el sol seguía en su pleno, probaban las luces, cambiaban el equipo y todo parecía demasiado iluminado, demasiado colorido, atípico para un concierto de esta índole. Seguían paseándose muchos con calma, unos cuantos ya empezaban a responder a los estragos de las cantidades industriales de cerveza que se consumieron y finalmente, con la noche y la salida de la luna, todos empezamos a relajarnos y a silenciar cuanta crítica habíamos escuchado, las que habíamos formado, los prejuicios y las inquietudes. Como en cada rincón, en la zona donde me encontraba todos éramos amigos, todos empezábamos a reconocer que la emoción era mayor de la que creíamos, las mujeres que ya acompañaban a cada alarido grotesco de los más metaleros, los niños que ya eran integrados y reflejaban una emoción que ya de adultos, todos hemos perdido. Cervezas, pizzas, nieves, churros, todo se rolaba, de forma antihigiénica como se esperaba. Las nueve en punto, la luna espectacular, las luces se apagan y el griterío retumbo en cada espacio saturado, abrazos, golpes, empujones. No habían salido al escenario y las gargantas de muchos ya se habían desgastado por completo. El escenario se ilumina y uno tras otro sale, muy envejecidos, muy diferentes, pero brazos en alto y con grandes sonrisas. No esperan al silencio (uno que ya no se formo) y arrancan el último show que darían en la ciudad:

La furia característica de esos cuatro no es la misma, quizá Trujillo era el más agresivo en el escenario, pero eso no limitaba la furia característica de sus fanáticos, de los que no son tanto pero se dejan arrastrar, de los más recientes y de los que simplemente acompañaban a alguien más. Y ahí estaba la critica de unos, la generación que los acaba de descubrir vía Guitar Hero efectivamente cantaba lo poco que tocaron del Death Magnetic, los curiosos que washa washeaban la mayor parte del repertorio, hasta llegar a un Enter Sandman con una combinación impresionante de pirotecnia colocada en todo el Foro.

Los más aguerridos, los más antiguos eran los menos, pero se distinguían cuando And Justice For All o Dyers Eve sonaron, incrédulos de estarlas escuchando en vivo, mientras que la mayoría no sabía que demonios era eso. Hetfield ya no parece estar permanentemente enojado en el escenario, ya no sale ebrio, ya no arroja cosas, ya no escupe a los adelantados. Ahora señala los rincones y aplaude, sonríe y cada arruga se magnifica en las gigantescas pantallas. Se le nota feliz, muy feliz y la gente le responde de la misma forma. Lars sigue y seguirá siendo pesado, engreído, soberbio y la gente lo agradece. Hammet seguirá en un rincón, concentrado, aun toca con mucha rapidez y precisión. El nuevo es el más emocionado, aunque también el más tenso. Nunca será fácil enfrentarse a miles de personas que se iban a entregar completamente a ellos, pase lo que pase.

El del jueves fue un concierto compuesto por el disco negro, aquel que le abrió las puertas al mainstream y que hace lloriquear a muchos ofendidos (tocaron desde Unforgiven hasta Holier than thou) El del sábado, según más para fans (lo que sea que eso signifique) se enfoco en el Ride the Lighting. Tengo envidia de no haber escuchado Fight fire with fire, lo acepto. Y el domingo al parecer fue más enfocado en el And Justice For All y en la despedida, ya que con ellos, quizá sus largas esperas serán una tarea casi imposible.

No es lo mismo diez años después. En lo absoluto. La perspectiva cambia, la importancia de la música y ser el primero y único va perdiendo relevancia. Además de que, por supuesto, el físico ya no es el mismo (definitivamente me duele aceptar que ya no estoy para estos trotes) Y esa generación que los fue a ver por el Guitar Hero ahí estaba, emocionadísima, determinados a continuar en la línea. Serán ellos quienes en diez años o más (si es que regresan) estarán eufóricos, ansiosos, en el frente, en la zona de fuerza. Serán también quienes critiquen a la banda y a sus nuevos aficionados de vendidos, porque finalmente ¿no fuimos los que los criticamos ahora de la misma forma?

Un show como este, de esta banda, no pasa desapercibido. Se hablara mucho tiempo, bien y mal. A estas alturas, poco me importa. Metallica es y ha sido en mi trayectoria la banda favorita. La música que más tiempo me ha acompañado, de la que más referencias tengo, con la que crecí, con la que descubrí y a la que nunca solté. A estas alturas, poco importo que a mi lado se cubrieran, se alejaban. Nunca me di cuenta de la euforia que traía. Para cuando comprendí que restaban dos canciones, mi locura fue completa cuando Hetfield y Hammet asienten y presentan el riff de Hit the Lights, canción inicial del primer álbum de la banda. Inicial para muchas cosas. No tocaron Battery, ni Whiplash, ni Damage Inc. Pero inconscientemente soñaba con que esa fuera una de las invitadas. Soñaba con muchas cosas. La banda provoca eso en mí. Ayer descubrí que seguirá haciéndolo, por decisión o por obligación y eso es algo que si me importa.