¿De donde salio?

La pregunta es evidentemente personal y refleja mi ignorancia.

Sleep Dealer (2008) es el primer largometraje de Alex Rivera, como lo describe el sitio, un artista de medios digitales y realizador fílmico ubicado en New York. Su proyecto ha sido incluso descrito como la versión mexicana de Matrix, se ha presentado en varios festivales internacionales y hasta tiene fecha de salida en DVD en Francia. ¿Y en México?

Pues no, en realidad nadie se ha molestado en distribuirla, promocionarla, mencionarla. ¿Para que? ¿Ciencia ficción a la mexicana? (que por cierto, mexicana no es, solo gran parte del talento) ¿Propuesta diferente de migración sin Kate del Castillo? Sería un atentado lograr el deseo en la gente de revisar este tipo de cintas, de tal suerte alejarlos de cintas mucho más “interesantes” que presentan el mismo formato de novelas, los mismos actores y escritores, la misma producción y hasta la misma temática. Si, la gente se queja menos si ven en pantalla a los chicos de RBD en situaciones alucinantemente románticas, si presentan a uno de los Bichir, si trae de etiqueta el nombre de Sariñana, si la cinta esta subtitulada, etc.

Creo que resulta cruel (para mi) quejarme de las tendencias que son apoyadas en México para la pantalla grande. Pero antes de que, cuando se animen, alguien se enorgullezca de haber apoyado el proyecto desde siempre, que publicite su magnanimidad, Sleep Dealer se estrenará el 17 de Abril en Estados Unidos y parece que ha generado bastante interés. Hay mucha información en su sitio web (reseñas, festivales, biografías) El tráiler, cuando menos, promete algo diferente.



Did you say "Kill 'em All"?



Abril 30, 1999. Esa clase, esa maldita clase que me pareció más eterna que de costumbre. Yo ya traía mi playera (powser, jaja) para que todos supieran que me esperaba. Tuve que saltarme las dos últimas, ya no lo resistía. Encontrarme con mis amigos y bastante cerveza me tranquilizó, pero brevemente.

Así, pronto me despedí con una ansiedad que me superaba. Tenía que pasar por una prima que había visto dos veces y de ahí correr. No había prisa, pero correr ayudaba a acelerarme todavía un poco más. Las horas eran largas, eternas, enemigas. Finalmente llego el momento prudente para irnos y llegar a un Foro Sol que se vislumbraba ya casi lleno. La primera de las tres bandas estaba terminando su breve set list y desde el metro se escuchaba “Space Lord” (mother, mother…)

Instalados en las gradas, con varias cervezas a nuestra merced, la segunda banda aparecía. Con pocos minutos de empezada su participación, la logística probo, una vez más, no tener idea. Poner sillas frente al escenario fue una tremenda tontería y a decir de muchos, una tragedia. Siendo egoísta (y desde la seguridad de mi grada) la escena fue maravillosa, asombrosa y justo lo que uno necesitaba para ponerse a tono. Gente ensangrentada, aplastada o desapareciendo luego que una silla le cayera en la cabeza. Unos atropellados por la masa humana que se dejaba venir desde el fondo de la arena, otros huyendo despavoridos, yo con el deseo de estar abajo entre ellos.

Pantera dejo el escenario ante el furor de miles y el terror de los organizadores, todavía faltaba la banda estelar, la que la gente (al menos la mayoría) había pagado por ver, por la que reservaban algo de energía, por la que habíamos esperado 6 años. Las luces se apagan… el resto deben imaginárselo.

Y aunque quizá no fue el mejor concierto que vi en mi vida (el Re-Load nunca me gusto, soltaron Master of Puppets muy pronto) mmm… o tal vez si (Creeping Death con Phil Anselmo, el cierre con Battery) la emoción de ver una vez más a esos cuatro personajes que me han acompañado casi toda mi vida ha sido un momento que jamás he olvidado… y uno que ansiosamente esperaba revivir.

Mucho ha cambiado desde ese Abril del 99, gente, experiencias, caídas y alegrías. Pero el gusto y la ansiedad por ver de nuevo a los que fueron mis primeros ídolos musicales sigue estando intacta.

10 años después, Metallica regresa a México. A modo de regalo adelantado de cumpleaños, Junio 6 es la fecha prometida. Escribir esto me pone peor, digo, ¿por qué no puede ser mañana mismo el concierto? Hago mi set list soñado (por favor que toquen Call of Ktulu, Whiplash, Dyers eve, Lepper Messiah, que olviden del álbum negro al St Anger) y me doy cuenta de algo:

Diez años pueden hacer que la gente se centre, se concentre. Hacen que se emocionen menos y se preocupen más. Hacen olvidar pasatiempos que antes se veían como prioridades. Yo me incluyo en ese trágico grupo. Pero no hoy. Hoy vuelvo a 1992, cuando, vía un intercambio, descubrí el disco Kill ‘Em All. Hoy vuelvo a escucharlos y a disfrutarlos. Hoy estoy dando vueltas en círculo, pensando como voy a esperar tanto tiempo, preguntándome, como he podido esperar tanto.


¿Que se disculpa?

Right Music Wrongs es una iniciativa que promueve la empresa australiana Virgin Mobile, desconozco si tiene algo que ver con la disquera (aunque no me sorprendería)

¿Qué es? Una especie de manifiesto en su página web proclama que el mundo esta saturado de artista pre-fabricados, buscando fama y fortuna, ensamblados con silicona que le están haciendo un daño terrible a la música. La idea es ponerle un alto a todo esto y recordar que lo importante de la música es como suena, lo que provoca, lo que deja.

Ok, ok. Pero… ¿qué es? Como dice el mismo manifiesto renglones después: “nuestra meta es apoyar, alentar, mostrar y distribuir excelente música a agradecidos escuchas, por cualquier medio que dispongamos”. Aseguran que la música verdadera es una pasión única, que puede involucrar a una sola persona o a millones.

No se, la verdad, de que se trata el asunto. Cada quien tiene su opinión y es casi una obligación expresarla. Cuesta trabajo creer a grandes compañías con discursos que se quieren altruistas pero terminan por ser manipuladores.

Para muestra el video. ¿De que se tiene que disculpar Vanilla Ice? Unos pueden decir de muchas cosas, otros pueden afirmar que ninguna persona tendría porque disculparse. Pero si la idea de humillarlo y hacerlo disculparse por su música fue con el fin de mostrar su ideología de apoyar a la música menos protegida y modelada, están terriblemente mal enfocados. Empezando por lo obvio ¿quiénes son ellos como para juzgar que si y que no es buena música? ¿Quiénes son para exhibirlos y celebrarse por eso?

La culpa, por supuesto, la tiene Vanilla Ice. Y no, no me gusta, pero si reconozco que escuchaba esa canción, fue muy popular, seguramente hasta me toco bailarla y también tenía pantalones bombachos como esos. Es parte del recuerdo, vergonzoso, pero recuerdo al fin que ayuda a consolidar otras cosas. Robert Van Winkle (como se llama) debería tener una postura donde si quiere reconocer él mismo que su música fue nefasta, al menos mostrar un poco de dignidad para decirlo. Uno pensaría que debería defender lo que hizo, es su música, tuvo su momento y se diluyó, punto. Ni fue el primero, ni será el último que lo haga.

En parte, esta música prefabricada le viene bien a los que si son artistas preparados y batallan por conseguir grabar sus composiciones.

También le genera publicidad al producto. Para el caso, yo pediría que muchos artistas se disculpen por mucho más que su música (empezaría con Mr. Bay, por supuesto) Pero ese no es el punto ni mucho menos lo rescatable. Irónicamente, el concepto del sitio web y de la iniciativa esta igual de prefabricado como los artistas que pretende ridiculizar. También esta ensamblado con silicona y se siente todavía más falso que su supuesta causa. La culpa la tiene Vanilla Ice. Y todos los que se crean semejante tontería. Y todos los que la publicamos, de paso.

Drag me to hell...

Siempre he encontrado algo interesante en la filmografía de Sam Raimi. Como un famoso cliché, el cineasta inicio su aventura desde muy joven filmando cintas caseras en Super 8, con la ayuda de su hermano Ted y su amigo de la infancia, Bruce Campbell.

Después de tres cortometrajes, Raimi logro conseguir el financiamiento para su primera cinta, que se convertiría en la más legendaria de sus creaciones: The Evil Dead (1981) La anécdota que involucraba a varios jóvenes encerrados en una cabaña que tienen el mal tino de jugar con una grabación que despertaba espíritus, le permitió crear una de las cintas de culto más respetadas de la historia, aunque el éxito y el reconocimiento no sería inmediato. Ningún estudio norteamericano deseaba adquirir una cinta tan violenta y no encontraban la forma de hacerla redituable. Un estudio europeo le entro al quite y la cinta fue medianamente exitosa, pero igualmente prohibida bajo diferentes argumentos (que por supuesto incluían a ese árbol lujurioso y misógino)

Aunque Raimi tardo un año y medio para terminar la cinta (muy en el estilo de Peter Jackson y su Bad Taste), varios actores se fueron y eran reemplazados por cartones, la experiencia pudo ser del tipo soul crushing, el director sabía que había creado algo diferente, algo que no debía abandonar tan pronto y algo que le regresaría el esfuerzo si esperaba pacientemente. Raimi y su creación fueron alabados por la crítica, por festivales y por Stephen King, lo que le dio el impulso que necesitaba no solo la película, sino su terco realizador.

Después de un remake de su opera prima (que le dicen secuela), Raimi adquirió mucha pericia y se aventó a dirigir la historia de “otro” superhéroe, Darkman (1990) una cinta enfermizamente entretenida que generaba interés en la joven carrera del realizador. Vino su regreso al mundo de Ash con la pachequez llamada Army of Darkness (1992), final de la trilogía de Evil Dead y que también significaba la pausa momentánea del genero y la introducción a otro.

En este punto, me pregunto ¿fue por Sharon Stone? The Quick and the Dead (1995) ubicaba a Raimi adentrándose en ese peligroso terreno del western, uno que parecía haber contado todas las historias posibles. Con reparto de lujo (la Stone, Russell Crowe, Gene Hackman, Leonardo DiCaprio, Gary Sinise, entre otros) esta cinta del director es una de las más menospreciadas y subvaloradas en su haber. Malinterpretada como vehículo de lucimiento para la actriz, el concepto fue tan teórico, que pocos pudieron quejarse de su impecable ejecución y si alardearon sobre su lineal historia (había leído que era un Mortal Kombat in the West) La verdad es que Raimi probo que sabía desarrollar historias a base de montajes, a veces con poca narrativa, pero siempre mucha estructura.

Aún antes de su catapulta a la fama, Raimi se lanzaba al thriller en forma de drama (o al drama en forma de thriller) con su alabada A Simple Plan (1998) basada en la novela de Scott Smith. Sin revelar mucho de la cinta, tengo que reconocer que me parece muy sobrevalorada, nuevamente Raimi mostraba un dominio del lenguaje cinematográfico, que incluso parece rebasaba sus historias. Un año después se estrenaba For love of the Game, que con el tiempo y los comentarios, tendría que convertirla en un placer culpable. El paralelismo que provoca con el deporte y la vida de un profesional casi caduco demostró que la idea podía ser fluida y coherente, sin adornos ni indiferencia, pero si con glorias enfrentadas a las penas (el momento posterior al partido es totalmente opuesto a lo que uno esperaría: desolador)

Poco después, su siguiente película sería otra muy vistosa llamada The Gift (2000) que de nuevo presumía un reparto estelar y sobre todo rebasaba el común del entretenimiento de un forma extraña. The Gift coqueteaba con lo sobrenatural, con el drama, con la soledad, enfrentaba a sus propios personajes con enigmas que rayaban en el estereotipo y con situaciones que se vislumbraban obligadas. Y sin embargo funciona. Sin ser uno de sus momentos más inspirados, la cinta es palomera sin ser corriente, sin ser un compilado de situaciones que se tropiezan en su desarrollo.

Dos años más tarde, 21 años después de su Evil Dead, Raimi por fin sería estudiado. Sus cintas duplicaron su valor y se lanzaron apresuradas ediciones especiales de su filmografía para que todos conocieran su trabajo. En 2002, Raimi condenso la aventura, el romance, los tropiezos y la maduración de un emblemático personaje y filmo uno de los tours más espectaculares por una ciudad, un New York que aún trataba de recuperarse de ese Septiembre del 2001. Spider-Man (2002) mostraba lo más colorido de una ciudad muy lastimada, lo más optimista de una sociedad muy paranoica y lo más heroico de un personaje aislado, carente de egoísmos. Todo esto, por supuesto, disfrazado en la historia del héroe de historietas más familiar e identificable con el público.

Después de realizar una secuela muy superior y sobrevivir a una tercera parte, por decir lo menos, mediocre, Sam Raimi se tomo un descanso, durante el cual algo de su primera cinta le llamaba de nuevo.

Drag me to Hell (2009) se sostiene en muchas premisas y especulaciones. Quizá el error es esperar el regreso (no se cual, si nunca se fue) del Raimi más visceral y libre de ataduras. Sería muy injusto descalificar al director por su más reciente tropiezo, aunque bien dicen que siempre serás calificado por lo último que has hecho. Sam Raimi siempre se ha mostrado en forma y capaz de asumir un reto, a pesar de los muchos detractores que arrastra.

La cinta puede o no funcionar. Por la forma del avance, todo el asunto se prevé demasiado serio. Pero el fondo, lo revelado de la trama, parece ser mucho más ligera y desmadrosa. Indudablemente siguen siendo muchas las expectativas y nunca podrá complacer a todo el público (aunque es una prueba para saber si es buena idea volver a realizar Evil Dead) Pero siendo Raimi, promete algo más que un mero trámite. Promete no ser del montón.